23/04/2020, 19:29
Sin hacer muestra de una arrogancia que comenzaba a crecer dentro de él, se limitó a asentir cuando escuchaba las palabras de su maestro. Sabía perfectamente que le iba a tocar currar y precisamente había estado preparando su físico para ello, porque sería algo inevitable al menos hasta que ascendiera a un rango más importante o con más mando. En cuanto a su personalidad... Se extrañó de que le dijera eso, como si lo hiciese a drede. El hecho de ser reservado y frío era algo que venía en su ser y no tenía ningún propósito épico, de hecho, era más una carga que una virtud pues tenía series dificultades para integrarse socialmente y entablar amistad con otras personas. Que sus compañeros eran importantes ya lo sabía, pero no quiso reprochar, entendió que era posible que desde su perspectiva todo fuera diferente.
Una vez dentro de los almacenes, observó detenidamente cada detalle como solía hacer. Era un malísimo observador, pero al menos le ponía interés. Los hombres que aparecieron tras la puerta eran una antítesis total. Estaba claro que uno era el currela y otro el jefe, y la actitud de aquel rico le daba tanto asco como la que había visto en esa mujer... Kobayashi. Tener ego estaba bien, pero si la razón era porque eras rico le parecía algo que podía incluso rozar lo gracioso. El dinero no tenía valor alguno en su vida, o al menos nunca había sido capaz a verlo como algo más que una moneda de cambio para comer.
Saludó con una inclinación de cabeza al hombre rico, manteniendole la mirada a los ojos. No desafiante, en absoluto, sino simplemente para estudiarle. No quiso decir absolutamente nada, tenía que ser él quien tomase la iniciativa... Al fin y al cabo, era el contratante y ellos solo unos empleados que iban a transportar cajas. Un derroche de adiestramiento militar a su forma de ver, pero así funcionaban las aldeas ninja...
Una vez dentro de los almacenes, observó detenidamente cada detalle como solía hacer. Era un malísimo observador, pero al menos le ponía interés. Los hombres que aparecieron tras la puerta eran una antítesis total. Estaba claro que uno era el currela y otro el jefe, y la actitud de aquel rico le daba tanto asco como la que había visto en esa mujer... Kobayashi. Tener ego estaba bien, pero si la razón era porque eras rico le parecía algo que podía incluso rozar lo gracioso. El dinero no tenía valor alguno en su vida, o al menos nunca había sido capaz a verlo como algo más que una moneda de cambio para comer.
Saludó con una inclinación de cabeza al hombre rico, manteniendole la mirada a los ojos. No desafiante, en absoluto, sino simplemente para estudiarle. No quiso decir absolutamente nada, tenía que ser él quien tomase la iniciativa... Al fin y al cabo, era el contratante y ellos solo unos empleados que iban a transportar cajas. Un derroche de adiestramiento militar a su forma de ver, pero así funcionaban las aldeas ninja...