23/04/2020, 20:18
Si claro. Para Datsue todo parecía tan fácil como chasquear los dedos. Claro, a su nivel, seguro que si que era así de sencillo. El resto de mortales teníamos que conformarnos con cosas mas simples. Mas sencillas.
—Claro y tu rival puede usarlo para alejarse después. La cosas no son tan fáciles.
Es verdad que, si, no todo el mundo podía aprender Raiton, y no todos iban a tener la velocidad de la Yoroi, pero casi todos los shinobis de Oonindo conocían el Shunshin. Tu lo usabas oara acercarte e instantáneamente tu rival lo usaba para alejarse. Menudo malgasto del chakra y de las oportunidades.
—Pero que no te quepa duda de que dominare la Yoroi algún día. Igual que cualquier técnica que no necesite hacer sellos. Para esas soy un genio.
Para todo lo demás... Pues ya habrían otros ninjas, supuse.
—Aunque ahora mismo priorizo mi entrenamiento de Kenjutsu, quiero darle a aquel samurái la paliza que se merece. Torturar a Katsudon para sacarle información, hijo de puta.
A ese si me hubiera encantado partirle el craneo, o el coco, como decía Shukaku. O ya puestos, partirle por la mitad. Si me lo volvía a encontrar... Le iba a dar tal paliza que no iba a volver a coger una espada en su vida. Si es que le dejaba vivir, claro.
—Claro y tu rival puede usarlo para alejarse después. La cosas no son tan fáciles.
Es verdad que, si, no todo el mundo podía aprender Raiton, y no todos iban a tener la velocidad de la Yoroi, pero casi todos los shinobis de Oonindo conocían el Shunshin. Tu lo usabas oara acercarte e instantáneamente tu rival lo usaba para alejarse. Menudo malgasto del chakra y de las oportunidades.
—Pero que no te quepa duda de que dominare la Yoroi algún día. Igual que cualquier técnica que no necesite hacer sellos. Para esas soy un genio.
Para todo lo demás... Pues ya habrían otros ninjas, supuse.
—Aunque ahora mismo priorizo mi entrenamiento de Kenjutsu, quiero darle a aquel samurái la paliza que se merece. Torturar a Katsudon para sacarle información, hijo de puta.
A ese si me hubiera encantado partirle el craneo, o el coco, como decía Shukaku. O ya puestos, partirle por la mitad. Si me lo volvía a encontrar... Le iba a dar tal paliza que no iba a volver a coger una espada en su vida. Si es que le dejaba vivir, claro.