25/04/2020, 15:08
—Sí, por favor. Necesito un paquete de senbon de los buenos. Gracias. —Un apático Amedama Daruu se cruzó por la vista de Reiji. Saltó a la vista que era él por el pelo, la coleta y la voz. Quizás por las marcas en su mejilla derecha. O quizás porque era el tipo que más energía negativa y derrotismo transmitía de toda la calle. Tenía los hombros hundidos, grandes bolsas oscuras bajo los ojos y una mueca permanente de asco dibujada en el rostro—. Gracias otra vez. No, a usted. Sí, no se preocupe, estoy bien, no estoy enfermo. Fffff... —El Hyūga suspiró, y se dio la vuelta sujetando con cuidado su paquete de senbon. Casi sin ver a Reiji, pasó justo por al lado y siguió caminando como un muerto viviente.