26/04/2020, 21:12
No era precisamente aquel ego lo que le resultaba asqueroso. Quien era poderoso tenía la obligación moral de mostrárselo a los demás. Era de ser un hipócrita ser enormemente magnánimo y mostrarse humilde, y eso le resultaba muy molesto al amejin. No obstante, otra cosa que le parecía enormemente mal, era que alguien fuese egocéntrico sin motivo alguno excepto tener dinero, papel mojado, bienes materiales. Sabía el poder social que podían llegar a ejercer aquel tipo de personas y realmente, aunque su rostro solo mostrase indiferencia, aquello le producía un fundado terror que solo pudo controlar porque acabó por irse lo suficientemente rápido.
No dijo nada, Ebisu se defendió perfectamente en la conversación y se sentía a gusto pensando que a su maestro le gustaba tan poco trabajar como a él mismo. Al menos les había librado, aparentemente, de trabajar al día siguiente aunque al menos ahora tendrían que entregar todos los pedidos. Ren parecía defenderse bien con aquella carretilla pues, obviamente, tenía entrenamiento físico detrás. Kisame por su parte, no tenía físico entrenado, ni tenía intención alguna de llevarlo más allá en ningún momento. Su fuerte era su cerebro... ¿Por qué entonces entrenar sus músculos? Era ridículo entrenar tus debilidades y no enfocar tu atención en tus fortalezas, de esa manera jamás lograrás destacar en nada y serás un completo mediocre. Esa era su forma de ver la vida.
Por suerte para él, su compañera se encargó de hacer tres pedidos y ni siquiera parecía cansada. Él por su parte, el hecho de caminar ya le había hecho jadear y... bueno, de cuando trató de coger la carretilla mejor ni hablamos. No solo no podía con ella, sino que ni siquiera pudo moverla del sitio. Viendo que era imposible y sin sentir ni un ápice de vergüenza, trató de agarrar una caja para llevarla al siguiente punto de entrega pero... Tampoco. No había manera de mover aquellas cosas. Se lamentó entonces por no poder dominar aún la técnica del clon de rocas. Él haría todo ese trabajo sin que él mismo tuviera que cansarse y lo peor era que además de haberse cansado, no había hecho absolutamente nada. No solo había habido un fallo, había dos fracasos.
No dijo nada, Ebisu se defendió perfectamente en la conversación y se sentía a gusto pensando que a su maestro le gustaba tan poco trabajar como a él mismo. Al menos les había librado, aparentemente, de trabajar al día siguiente aunque al menos ahora tendrían que entregar todos los pedidos. Ren parecía defenderse bien con aquella carretilla pues, obviamente, tenía entrenamiento físico detrás. Kisame por su parte, no tenía físico entrenado, ni tenía intención alguna de llevarlo más allá en ningún momento. Su fuerte era su cerebro... ¿Por qué entonces entrenar sus músculos? Era ridículo entrenar tus debilidades y no enfocar tu atención en tus fortalezas, de esa manera jamás lograrás destacar en nada y serás un completo mediocre. Esa era su forma de ver la vida.
Por suerte para él, su compañera se encargó de hacer tres pedidos y ni siquiera parecía cansada. Él por su parte, el hecho de caminar ya le había hecho jadear y... bueno, de cuando trató de coger la carretilla mejor ni hablamos. No solo no podía con ella, sino que ni siquiera pudo moverla del sitio. Viendo que era imposible y sin sentir ni un ápice de vergüenza, trató de agarrar una caja para llevarla al siguiente punto de entrega pero... Tampoco. No había manera de mover aquellas cosas. Se lamentó entonces por no poder dominar aún la técnica del clon de rocas. Él haría todo ese trabajo sin que él mismo tuviera que cansarse y lo peor era que además de haberse cansado, no había hecho absolutamente nada. No solo había habido un fallo, había dos fracasos.