30/04/2020, 20:24
Chiiro se asustó al escuchar la voz de Ayame y ahogó un pequeño gritito, paralizada en el sitio como un ratoncillo. Sin embargo, la chiquilla no tardó ni un instante en levantarse corriendo y se abalanzó sobre ella para abrazarla, agarrándose su cintura. Ayame acarició su pelo con suavidad, tratando de reconfortarla.
—¡Lo siento, Ayame! —chilló—. ¡Tú y Daruu no os merecíais nada de esto hoy! ¡Por favor, no te enfades con Daruu! ¡Él iba a...! —Chiiro se tapó la boca con las manos, como si hubiese estado a punto de hablar de más.
Y Ayame alzó una ceja con cierta curiosidad.
«¿"Daruu iba a..."?» Se repitió para sus adentros.
Pero antes de que pudiera preguntar al respecto, Chiiro cambió rápidamente de tema:
—Yo sólo quería pasar un día con vosotros dos, os echaba de menos... y quería ver los combates, y daros una noticia, ¡y todo se ha estropeado!
Ayame lanzó un largo suspiro y se acuclilló frente a la chiquilla.
—Pero no deberías haber venido hasta aquí tú sola, Chiiro. Todos deben estar muy preocupados por ti, ¿y si te hubiese pasado algo por el camino? —la reprendió, limpiando sus lágrimas con la yema del dedo—. Ay, Chiiro, pronto descubrirás que muchas veces los adultos pueden ser más infantiles que los propios niños —se rio.
—¡Lo siento, Ayame! —chilló—. ¡Tú y Daruu no os merecíais nada de esto hoy! ¡Por favor, no te enfades con Daruu! ¡Él iba a...! —Chiiro se tapó la boca con las manos, como si hubiese estado a punto de hablar de más.
Y Ayame alzó una ceja con cierta curiosidad.
«¿"Daruu iba a..."?» Se repitió para sus adentros.
Pero antes de que pudiera preguntar al respecto, Chiiro cambió rápidamente de tema:
—Yo sólo quería pasar un día con vosotros dos, os echaba de menos... y quería ver los combates, y daros una noticia, ¡y todo se ha estropeado!
Ayame lanzó un largo suspiro y se acuclilló frente a la chiquilla.
—Pero no deberías haber venido hasta aquí tú sola, Chiiro. Todos deben estar muy preocupados por ti, ¿y si te hubiese pasado algo por el camino? —la reprendió, limpiando sus lágrimas con la yema del dedo—. Ay, Chiiro, pronto descubrirás que muchas veces los adultos pueden ser más infantiles que los propios niños —se rio.