30/04/2020, 20:26
Su estrategia había funcionado, aunque con pero de por medio: en la caída, la espada rasgó parte de la piel de la propia Sumire, y la del Tiburón. Por suerte, se trataba de una herida meramente superficial, por tanto, no tendría que preocuparse por el sangrado. Tan sólo debía lidiar apropiadamente con el dolor. Lo importante, sin embargo, fue que la lucha llegó a su fin tras unos segundos en el suelo, donde la resistencia ofrecida por la guardia decreció exponencialmente hasta que acabó convirtiéndose en un peso muerto. Su cuerpo, flácido y sin fuerza; se desplomó sobre su costado, y sólo entonces el Umikiba la soltó.
La burbuja de agua se deshizo y el brazo de Kaido se reconstruyó. Miró a Sumire, una vez levantado, y echó un vistazo luego a su alrededor para comprobar que aún no tuviese alguna visita inesperada. Sabía además que Akame estaba encargándose de su parte del plan, así que lo mejor era apresurarse y alcanzarlo.
¿Pero qué iba a hacer con Sumire?
Lo primero, pues robarle su identidad. Kaido se postró irremediablemente sobre ella y ejecutó una particular secuencia de sellos que acabó en una figura mantenida. El Ninpō: Otāmirā empezó entonces su proceso de clonación, haciendo que el cuerpo de Kaido —con la forma de Kincho—. fuera mutando a imagen y semejanza de la persona que tenía en frente. Una vez completado el proceso, y ya habiendo adoptado la apariencia completa de Sumire, le revisó el cuerpo y trató de obtener de ella cualquier objeto que resultase apropiado para la misión —desde armas que fueran a conjunto con su atuendo de guardia hasta el comunicador con el que probablemente aún tuviesen conexión con el resto de los esbirros feudales—. Además, si tenía esposas, se las pondría también. Además, aprovechó parte de una prenda para amordazarla a fin de que no gritase en cuanto despertara.
Finalmente, el gyojin la alzó y se la cargó sobre los hombros; y avanzó hacia donde le esperaba Akame. Sabía que tenía luz verde para pasar porque escuchó sus voces, así que no tuvo ningún reparo en encontrarse con sus colegas.
La burbuja de agua se deshizo y el brazo de Kaido se reconstruyó. Miró a Sumire, una vez levantado, y echó un vistazo luego a su alrededor para comprobar que aún no tuviese alguna visita inesperada. Sabía además que Akame estaba encargándose de su parte del plan, así que lo mejor era apresurarse y alcanzarlo.
¿Pero qué iba a hacer con Sumire?
Lo primero, pues robarle su identidad. Kaido se postró irremediablemente sobre ella y ejecutó una particular secuencia de sellos que acabó en una figura mantenida. El Ninpō: Otāmirā empezó entonces su proceso de clonación, haciendo que el cuerpo de Kaido —con la forma de Kincho—. fuera mutando a imagen y semejanza de la persona que tenía en frente. Una vez completado el proceso, y ya habiendo adoptado la apariencia completa de Sumire, le revisó el cuerpo y trató de obtener de ella cualquier objeto que resultase apropiado para la misión —desde armas que fueran a conjunto con su atuendo de guardia hasta el comunicador con el que probablemente aún tuviesen conexión con el resto de los esbirros feudales—. Además, si tenía esposas, se las pondría también. Además, aprovechó parte de una prenda para amordazarla a fin de que no gritase en cuanto despertara.
Finalmente, el gyojin la alzó y se la cargó sobre los hombros; y avanzó hacia donde le esperaba Akame. Sabía que tenía luz verde para pasar porque escuchó sus voces, así que no tuvo ningún reparo en encontrarse con sus colegas.