30/04/2020, 23:49
Sintió vergüenza por no haber sido capaz a mover las cajas ni la carretilla. Seguramente tuviera que sufrir situaciones como aquella muy a menudo así que tendría que curtirse al fracaso. No le gustaba que otros tuvieran que ahcer las cosas por él, suerte que Ren era un cielo de niña y se había ofrecido en su ayuda con mucha iniciativa. Eso si, cuando la caja cayó acto seguido se quedó mirando a su sensei. No le gustó la cara que puso y a judgar por su expresión, algo gordo había pasado. supuso que, evidentemente aquella caja no contenía Amermelada sino algo mas turbio. No quiso hacer preguntas, solo esperó a que se fuera, no sin antes hacerle un par de reverencias silenciosas, a modo de disculpa.
-No me debes nada, de haberme quedado quieto habría muerto yo mismo también... Además, tu lo hiciste realmente bien -Reconoció mirándola brevemente -Si, vendremos luego, seguro que está haciendo otras cosas. Ah y... Gracias -Dijo tímidamente, le daba vergüenza, por qué negarlo.
Caminó junto a ella e hicieron la penúltima entrega, pero parecía que ella estaba cansada. El hecho de que les agradecieran tanto la rapidez le hizo pensar lo que se temía, seguramente aquellos repartidores fueran unos incompetentes y por eso habían encargado a ninjas el reparto además de llevarse el plus de que esa entrega chunga iba a llegar segura escoltada por un equipo de shinobis. No era listillo ni nada... Seguramente Ebisu-sensei no les diría nada respecto a eso, pero el amejín podía imaginarse de qué se trataban esos paquetes.
-Que ese empresario es un tipo demasiado listo. Ese paquete era algo turbio, extraño... Y sospecho que muy posiblemente mal visto o siendo dramáticos, ilegal. Mi teoría es que pretendía que lo entregásemos de forma segura, al fin y al cabo somos shinobis entrenados y ningún civil se atrevería a tratar de asaltarnos aún sabiendo lo que llevamos. Su coartada de la Amermelada especial era buena, pero me resulta extraño que hubiera que llevársela a los del ferrocarril -Expuso haciendo evidente que si, llevaba razón cuando decía que tenía cerebro -Permíteme, voy a ahcer otro intento... Échale una mano a las cajas no vaya a ser que se caigan mientras las levanto, por favor -Pidió antes de coger la carretilla.
Posiblemente porque estaba casi vacía o porque se había motivado en exceso por su fracaso. Así funcionaba Kisame, a las malas... Siempre había aprendido de esa forma. Levantó la carretilla y por suerte no se cayó ninguna caja, no obstante, el hecho de llevarla le fatigaba muchísimo. Se sentía casi exhausto pero tenía que llegar al lugar donde antes no había nadie. Tras un rato y con serias dificultades, picó a la puerta y fue recibido por un joven de aspecto fortachón, con las manos llenas de harina el cual recibió el paquete con una sincera disculpa. Parecía que había ido a por algún tipo de suministro para su negocio. Hecha la entrega y muy cansado, se acercó a su compañera y se apoyó contra una pared cercana, jadeante por el esfuerzo. Su orgullo estaba a salvo.
-No me debes nada, de haberme quedado quieto habría muerto yo mismo también... Además, tu lo hiciste realmente bien -Reconoció mirándola brevemente -Si, vendremos luego, seguro que está haciendo otras cosas. Ah y... Gracias -Dijo tímidamente, le daba vergüenza, por qué negarlo.
Caminó junto a ella e hicieron la penúltima entrega, pero parecía que ella estaba cansada. El hecho de que les agradecieran tanto la rapidez le hizo pensar lo que se temía, seguramente aquellos repartidores fueran unos incompetentes y por eso habían encargado a ninjas el reparto además de llevarse el plus de que esa entrega chunga iba a llegar segura escoltada por un equipo de shinobis. No era listillo ni nada... Seguramente Ebisu-sensei no les diría nada respecto a eso, pero el amejín podía imaginarse de qué se trataban esos paquetes.
-Que ese empresario es un tipo demasiado listo. Ese paquete era algo turbio, extraño... Y sospecho que muy posiblemente mal visto o siendo dramáticos, ilegal. Mi teoría es que pretendía que lo entregásemos de forma segura, al fin y al cabo somos shinobis entrenados y ningún civil se atrevería a tratar de asaltarnos aún sabiendo lo que llevamos. Su coartada de la Amermelada especial era buena, pero me resulta extraño que hubiera que llevársela a los del ferrocarril -Expuso haciendo evidente que si, llevaba razón cuando decía que tenía cerebro -Permíteme, voy a ahcer otro intento... Échale una mano a las cajas no vaya a ser que se caigan mientras las levanto, por favor -Pidió antes de coger la carretilla.
Posiblemente porque estaba casi vacía o porque se había motivado en exceso por su fracaso. Así funcionaba Kisame, a las malas... Siempre había aprendido de esa forma. Levantó la carretilla y por suerte no se cayó ninguna caja, no obstante, el hecho de llevarla le fatigaba muchísimo. Se sentía casi exhausto pero tenía que llegar al lugar donde antes no había nadie. Tras un rato y con serias dificultades, picó a la puerta y fue recibido por un joven de aspecto fortachón, con las manos llenas de harina el cual recibió el paquete con una sincera disculpa. Parecía que había ido a por algún tipo de suministro para su negocio. Hecha la entrega y muy cansado, se acercó a su compañera y se apoyó contra una pared cercana, jadeante por el esfuerzo. Su orgullo estaba a salvo.