1/05/2020, 16:00
El aroma llego primero, evadido desde los fuegos de la parrilla; luego se acercó el mesonero, llevando consigo las ordenes y asegurándose de atender a quien quisiera beber algo; para luego dejar sobre la mesa una caja que parecía ser la de un boticario, repleta de pequeñas botellitas con diversas salsas cuyos nombres iban desde lo gracioso hasta lo impronunciable.
«Es un poco más grande de lo que esperaba…», pensó al ver como su hamburguesa casi triplicaba en tamaño a las demás.
La curiosidad le había empujado a pedir una quimera de alimento, y su ingenuidad le había hecho esperar un pequeño emparedado. Aun así, determinado ante aquel oponente que no sabía por dónde comenzar a atacar, comenzó comiéndola de apoco, desde los bordes al centro.
Así se pasaría el rato, comiendo y comentando sobre la competencia y sus hechos.
—¿Estas segura de que es él? —pregunto, con la voz ronca por el aguardiente.
—¡Joder, si! Ese es el pendejo que me interrumpió cuando hacia lo mío —gruño, tratando de no gritar para que no le escuchasen mientras observaba al trio desde un callejón cercano.
—¿Así que estaban trabajando juntos? Pero, ¿contra quién? —indago, rascándose una barba espesa—. ¿Sabes a que grupo pertenecen? A quien representan.
—¿Te parezco una jodida detective? —gruño, dándole un codazo—. Esas estupideces de investigar son tu trabajo, lo mío es la acción.
—¿Y ese que se acerca también está con ellos? —pregunto, un tanto confuso.
—¿Quien? —pregunto mientras divisaba la figura que se acercaba a la mesa—. ¡Joder, ese es Takuto! ¿Qué coño hace aquí?
—Eso es inesperado… —dijo con tono medio divertido—. Retirémonos por ahora e informemos de esto.
Y así se escabulleron entre los callejones, con la seguridad de no haber sido visto. Por supuesto, era probable que los ninjas se hubiesen dado cuenta de que alguien les observaba, pero poco más.
Kazuma había terminado su hamburguesa, y ahora le azotaba aquel sueño, aquella modorra, que da cuando el día es caluroso y se ha quedado repleto. La comida había estado deliciosa, y aunque quizá perdiese un par de años de vida con aquella cantidad de grasas, se sentía obligado a agradecer al parrillero… Aunque tendría que ser luego de reposar, pues en ese momento se sentía como aquellas bestias que buscan la sombra luego de comer.
«Parece que tenemos compañía», se dijo al ver un hombre finamente vestido acercarse a ellos.
—Buenas tardes, jóvenes —dijo aquel hombre pequeño y fornido, quitándose el sombrero y llevándoselo al pecho—. Lamento interrumpir su descanso, pero les he visto en la competencia y no he podido evitar el acercarme a ustedes.
»¿Les importaría si les acompaño durante unos minutos y les hablo de algo? —pregunto, mostrando una amplia sonrisa donde todos sus dientes eran de una acero negro y pulido—. Prometo ser breve.
«Es un poco más grande de lo que esperaba…», pensó al ver como su hamburguesa casi triplicaba en tamaño a las demás.
La curiosidad le había empujado a pedir una quimera de alimento, y su ingenuidad le había hecho esperar un pequeño emparedado. Aun así, determinado ante aquel oponente que no sabía por dónde comenzar a atacar, comenzó comiéndola de apoco, desde los bordes al centro.
Así se pasaría el rato, comiendo y comentando sobre la competencia y sus hechos.
***
—¿Estas segura de que es él? —pregunto, con la voz ronca por el aguardiente.
—¡Joder, si! Ese es el pendejo que me interrumpió cuando hacia lo mío —gruño, tratando de no gritar para que no le escuchasen mientras observaba al trio desde un callejón cercano.
—¿Así que estaban trabajando juntos? Pero, ¿contra quién? —indago, rascándose una barba espesa—. ¿Sabes a que grupo pertenecen? A quien representan.
—¿Te parezco una jodida detective? —gruño, dándole un codazo—. Esas estupideces de investigar son tu trabajo, lo mío es la acción.
—¿Y ese que se acerca también está con ellos? —pregunto, un tanto confuso.
—¿Quien? —pregunto mientras divisaba la figura que se acercaba a la mesa—. ¡Joder, ese es Takuto! ¿Qué coño hace aquí?
—Eso es inesperado… —dijo con tono medio divertido—. Retirémonos por ahora e informemos de esto.
Y así se escabulleron entre los callejones, con la seguridad de no haber sido visto. Por supuesto, era probable que los ninjas se hubiesen dado cuenta de que alguien les observaba, pero poco más.
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Kazuma había terminado su hamburguesa, y ahora le azotaba aquel sueño, aquella modorra, que da cuando el día es caluroso y se ha quedado repleto. La comida había estado deliciosa, y aunque quizá perdiese un par de años de vida con aquella cantidad de grasas, se sentía obligado a agradecer al parrillero… Aunque tendría que ser luego de reposar, pues en ese momento se sentía como aquellas bestias que buscan la sombra luego de comer.
«Parece que tenemos compañía», se dijo al ver un hombre finamente vestido acercarse a ellos.
—Buenas tardes, jóvenes —dijo aquel hombre pequeño y fornido, quitándose el sombrero y llevándoselo al pecho—. Lamento interrumpir su descanso, pero les he visto en la competencia y no he podido evitar el acercarme a ustedes.
»¿Les importaría si les acompaño durante unos minutos y les hablo de algo? —pregunto, mostrando una amplia sonrisa donde todos sus dientes eran de una acero negro y pulido—. Prometo ser breve.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)