1/05/2020, 16:39
(Última modificación: 4/05/2020, 11:31 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
El genin de Ame eligió como víctima de aquella cooperación forzosa al vecino asomado a la ventana más próxima; un tipo fornido y de calva incipiente. Para su fortuna, el hombre accedió sin poner problemas, probablemente porque estaba habituado a los líos que solían montarse en las calles del Distrito Comercial a esas horas de la noche. Como si tal cosa, el tipo asintió, pidiéndole a Kisame que le diera unos minutos para vestirse.
Pasado el breve plazo, de un portal cercano salió la figura del vecino altruista. Por suerte para Keisuke, aquel hombre tenía la corpulencia y fuerza que a Kisame le faltaba, y casi podía cargar con el joven herido por sí solo. Los tres abandonaron aquellas calles de camino al hospital, pero mientras andaban, a Kisame no le pasó desapercibida una extraña sensación en el cogote... Como si alguien les estuviera vigilando. Si se volteaba a mirar a su espalda, por supuesto, no vería a nadie.
Veinte minutos después Keisuke ya estaba ingresado en el hospital más cercano con una grave fractura de tobillo. Por suerte para él la avanzada medicina de Amegakure y la tecnología de la que disponían sería, probablemente, suficiente para curarle. El vecino altruista, viendo su labor cumplida, se despidió de Kisame con un lacónico "ha sido un placer shinobi-san", y se retiró de vuelta a su domicilio.
Sin embargo, cuando el shinobi se dispusiera a abandonar el hospital, una persona le asaltaría —figuradamente— en la puerta del mismo. Se trataba de una chica, parecía de su misma edad y rango: una genin de la Lluvia, a juzgar por la bandana que llevaba atada al brazo izquierdo. Era rubia, con dos coletas que le caían a ambos lados de los hombros, y ojos azules y penetrantes.
—Genin-san —le paró—. ¿Podemos hablar un momento? En un lugar más tranquilo, quiero decir.
Pasado el breve plazo, de un portal cercano salió la figura del vecino altruista. Por suerte para Keisuke, aquel hombre tenía la corpulencia y fuerza que a Kisame le faltaba, y casi podía cargar con el joven herido por sí solo. Los tres abandonaron aquellas calles de camino al hospital, pero mientras andaban, a Kisame no le pasó desapercibida una extraña sensación en el cogote... Como si alguien les estuviera vigilando. Si se volteaba a mirar a su espalda, por supuesto, no vería a nadie.
Veinte minutos después Keisuke ya estaba ingresado en el hospital más cercano con una grave fractura de tobillo. Por suerte para él la avanzada medicina de Amegakure y la tecnología de la que disponían sería, probablemente, suficiente para curarle. El vecino altruista, viendo su labor cumplida, se despidió de Kisame con un lacónico "ha sido un placer shinobi-san", y se retiró de vuelta a su domicilio.
Sin embargo, cuando el shinobi se dispusiera a abandonar el hospital, una persona le asaltaría —figuradamente— en la puerta del mismo. Se trataba de una chica, parecía de su misma edad y rango: una genin de la Lluvia, a juzgar por la bandana que llevaba atada al brazo izquierdo. Era rubia, con dos coletas que le caían a ambos lados de los hombros, y ojos azules y penetrantes.
—Genin-san —le paró—. ¿Podemos hablar un momento? En un lugar más tranquilo, quiero decir.