2/05/2020, 11:37
Nadie había venido a expulsarme por lo sucedido en el combate anterior, por lo que, igual que los demás, fui llamado el día de la segunda ronda. Igual que la ultima vez, esperé en la sala hasta que fui llamado por el samurai.
¿Quién sería mi rival? No lo iba a saber tan rápido. Otra vez, pise el campo de batalla el primero. Como la ultima vez, salude a los Kages con una reverencia y luego al publico. Me importaba poco lo pensasen de mi.
Lo había meditado bien. Había hablado de ello con Datsue. Esto era un torneo para mostrar nuestras fuerzas antes los kages y los señores feudales. ¿Era culpa mia que mi rival no fuese capaz de soportar mi fuerza?
Tal vez me había pasado, si. Pero le había golpeado en el protector, que irónicamente no le había protegido, y ademas, con la parte roma de la espada. Si hubiese querido hacerle daño, le habría golpeado con el filo, y no hubiese apuntando al protector.
Puse la mano sobre el mango de Tsubame. Ya no me temblaba como cuando había salido de allí la ultima vez. No había mas dudas, si mi rival no era lo suficiente fuerte para aguantar mis golpes, que se diera la vuelta, y se escondiera de nuevo en la sala de espera.
Ademas, si no se montaba un espectáculo como la entrada de Kazuma, este seria el duelo perfecto para que brillase el filo de mi espada. Era el momento para atraer nuevos clientes.
¿Quién sería mi rival? No lo iba a saber tan rápido. Otra vez, pise el campo de batalla el primero. Como la ultima vez, salude a los Kages con una reverencia y luego al publico. Me importaba poco lo pensasen de mi.
Lo había meditado bien. Había hablado de ello con Datsue. Esto era un torneo para mostrar nuestras fuerzas antes los kages y los señores feudales. ¿Era culpa mia que mi rival no fuese capaz de soportar mi fuerza?
Tal vez me había pasado, si. Pero le había golpeado en el protector, que irónicamente no le había protegido, y ademas, con la parte roma de la espada. Si hubiese querido hacerle daño, le habría golpeado con el filo, y no hubiese apuntando al protector.
Puse la mano sobre el mango de Tsubame. Ya no me temblaba como cuando había salido de allí la ultima vez. No había mas dudas, si mi rival no era lo suficiente fuerte para aguantar mis golpes, que se diera la vuelta, y se escondiera de nuevo en la sala de espera.
Ademas, si no se montaba un espectáculo como la entrada de Kazuma, este seria el duelo perfecto para que brillase el filo de mi espada. Era el momento para atraer nuevos clientes.