2/05/2020, 21:51
De nuevo, el par de Inuzukas se encontraba en una sala pequeña, con no mas que unas sillas y una mesa. En ésta ocasión, el único añadido era una simple botella de agua. Si bien podía considerarse seco y tosco, y más aún con la tediosa espera, tampoco podían quejarse. Después de todo, habían ido hasta allí para mostrar sus habilidades al mundo, para batirse en duelo contra otros shinobis y kunoichis.
El resto, poco importaba, ¿no?.
No pasó demasiado tiempo hasta que la puerta de su camerino se abrió, y nuevamente un acompañante le guió amablemente hasta el estadio. Justo antes de salir, tal y como había hecho en el combate contra Yota, el rastas se puso la máscara blanca con la sonrisa dibujada en rojo. Lo último que quería es desconcentrarse por las miradas del público, pues ya bastante nervioso estaba de por sí.
Avanzó un paso, otro tras éste, y un tercero más.
—Vamos Akane, hoy hay que dar un buen espectáculo. No podemos dejar el nombre en puchicheos sobre lo que sucedió en el anterior combate solamente.
Con confianza, avanzó hasta situarse casi en el centro del ring. Allí, no solo se detuvo el rastas, si no que también lo hizo su compañero canino. Ambos miraron hacia los laterales, observando las gradas y a los tantísimos espectadores. Etsu tragó saliva, y volvió su mirada hacia el frente, donde debía aparecer mas temprano que tarde su oponente. Sin demasiado preámbulo, preparó todo para el combate. Con un mero sello de manos, él tomó una apariencia más asalvajada, en que hasta sus garras crecieron varios centímetros; a su lado, Akane copió su apariencia casi a la perfección.
En realidad, más que casi.
En ésta ocasión, debían mostrar su valía, y quizás hasta ir más a golpear a su oponente —sin ser tan considerados— y dejarse de triquiñuelas. Solo unos cuantos habían pasado a las semifinales, y de esos cuantos seguro que todos eran más que habilidosos... debía dejarse de tonterías.
El resto, poco importaba, ¿no?.
No pasó demasiado tiempo hasta que la puerta de su camerino se abrió, y nuevamente un acompañante le guió amablemente hasta el estadio. Justo antes de salir, tal y como había hecho en el combate contra Yota, el rastas se puso la máscara blanca con la sonrisa dibujada en rojo. Lo último que quería es desconcentrarse por las miradas del público, pues ya bastante nervioso estaba de por sí.
Avanzó un paso, otro tras éste, y un tercero más.
—Vamos Akane, hoy hay que dar un buen espectáculo. No podemos dejar el nombre en puchicheos sobre lo que sucedió en el anterior combate solamente.
Con confianza, avanzó hasta situarse casi en el centro del ring. Allí, no solo se detuvo el rastas, si no que también lo hizo su compañero canino. Ambos miraron hacia los laterales, observando las gradas y a los tantísimos espectadores. Etsu tragó saliva, y volvió su mirada hacia el frente, donde debía aparecer mas temprano que tarde su oponente. Sin demasiado preámbulo, preparó todo para el combate. Con un mero sello de manos, él tomó una apariencia más asalvajada, en que hasta sus garras crecieron varios centímetros; a su lado, Akane copió su apariencia casi a la perfección.
En realidad, más que casi.
En ésta ocasión, debían mostrar su valía, y quizás hasta ir más a golpear a su oponente —sin ser tan considerados— y dejarse de triquiñuelas. Solo unos cuantos habían pasado a las semifinales, y de esos cuantos seguro que todos eran más que habilidosos... debía dejarse de tonterías.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~