3/05/2020, 10:52
La silueta de alguien conocido acudió a su encuentro. Los nervios de Eri se acrecentaron, hasta que, por fin, descubrió que no era nada más y nada menos que Aotsuki Ayame en persona. Hacía tanto que no la veía que su creciente nerviosismo se aminoró al ver su sonrisa, esa sonrisa que hizo que los chillidos —y los abucheos— disminuyesen en sus oídos y se centrara en el combate que estaba a punto de comenzar.
—¡Eri! Demos un buen espectáculo, ¿vale? Como en Tanzaku Gai
—¡Claro! —respondió Eri, visiblemente más animada—. Todo por mi sirena favorita —mencionó, haciendo el sello de la confrontación.
Sabía que su derrota con Rōga, por mucho que le pesase y le doliera en el orgullo, no dejaba de ser un combate más, sin embargo; poder medirse con Ayame allí la renovaba con energías nuevas, cargando su tan preciada técnica mientras miraba a su compañera de banda, su vocalista y una de las personas que más le importaban de todas las que allí se habían presentado.
Solo esperaba, realmente, estar a su altura.
—¡Empecemos, pues!
Y los rayos la envolvieron.
—¡Eri! Demos un buen espectáculo, ¿vale? Como en Tanzaku Gai
—¡Claro! —respondió Eri, visiblemente más animada—. Todo por mi sirena favorita —mencionó, haciendo el sello de la confrontación.
Sabía que su derrota con Rōga, por mucho que le pesase y le doliera en el orgullo, no dejaba de ser un combate más, sin embargo; poder medirse con Ayame allí la renovaba con energías nuevas, cargando su tan preciada técnica mientras miraba a su compañera de banda, su vocalista y una de las personas que más le importaban de todas las que allí se habían presentado.
Solo esperaba, realmente, estar a su altura.
—¡Empecemos, pues!
Y los rayos la envolvieron.