3/05/2020, 23:09
Chiiro se abrazó de repente a Ayame, llorando a mares.
—Y... y Ayame... ¿tú me quieres? —gimió, agarrándose a su ropa con fuerza.
Y Ayame sintió que se le partía el corazón en pedazos. Nadie, nunca antes, se había abrazado así a ella, de aquella manera tan desesperada. Temblorosa, correspondió al abrazo de la pequeña con ternura.
—¡Pues claro que te quiero! —exclamó, con la voz medio rota. Y no mentía, era increíble el afecto que había desarrollado por la pequeña, pese al poco tiempo que se conocían. Parecía que aquel rescate en el bosque las había unido más de lo que ninguna de las dos podría sospechar nunca.
—¿Te puedo... te puedo dar a ti la sorpresa? —preguntó de repente, separándose de ella y enjugándose las lágrimas—. ¿Puedo...?
Y Ayame volvió a sonreir.
—Si no te he preguntado antes ha sido porque creía que querías esperar a que estuviésemos todos juntos para darla. ¡Pero la verdad es que me tienes hirviendo!
—Y... y Ayame... ¿tú me quieres? —gimió, agarrándose a su ropa con fuerza.
Y Ayame sintió que se le partía el corazón en pedazos. Nadie, nunca antes, se había abrazado así a ella, de aquella manera tan desesperada. Temblorosa, correspondió al abrazo de la pequeña con ternura.
—¡Pues claro que te quiero! —exclamó, con la voz medio rota. Y no mentía, era increíble el afecto que había desarrollado por la pequeña, pese al poco tiempo que se conocían. Parecía que aquel rescate en el bosque las había unido más de lo que ninguna de las dos podría sospechar nunca.
—¿Te puedo... te puedo dar a ti la sorpresa? —preguntó de repente, separándose de ella y enjugándose las lágrimas—. ¿Puedo...?
Y Ayame volvió a sonreir.
—Si no te he preguntado antes ha sido porque creía que querías esperar a que estuviésemos todos juntos para darla. ¡Pero la verdad es que me tienes hirviendo!