4/05/2020, 11:39
La muchacha asintió, con brillante determinación en sus ojos. Si Kisame quería ir al grano, eso era justo lo que ella pretendía hacer. Con un gesto le pidió que la siguiera hasta un callejón cercano, lejos de miradas indiscretas y del tránsito de la puerta del hospital.
—Soy Yamanaka Ōmei, aunque intuyo que eso ya lo sabes. He visto cómo trincaste a ese palurdo de Keisuke, así que debes estar al corriente de todo —escupió sin preámbulos—. Te seré clara: sí, he sido yo quien ha estado atormentando a esa vieja bruja, y también quien se ha dedicado a... redistribuir su riqueza. Pero déjame que te diga una cosa antes de que te hagas ideas equivocadas: esa arpía tiene más dinero del que se pueda llegar a gastar en cien vidas.
La kunoichi se cruzó de brazos.
—Comprendo que es tu deber ponerle fin a esto, y yo no te lo voy a impedir, pero quiero que entiendas por qué lo hice antes de tomar una decisión —tomó aire—. Kobayashi Koe es dueña de muchas empresas aquí en Amegakure, y en muchos sectores distintos. Prácticamente tiene un monopolio para ella sola, así que eso le permite hacer lo que le dé la gana con sus empleados. Sube precios cuando hay escasez y los baja cuando la competencia intenta vender, durante el último año les bajó el sueldo a sus trabajadores tres veces, tres, para repartirse más beneficios a final de año con sus inversores. ¿Y las condiciones de trabajo? De lo peor, te lo aseguro. Largas horas, pocas vacaciones...
Parecía que la Yamanaka sabía bien a quién había estado jodiendo. Tenía los deberes hechos.
—Hace cosa de un par de meses se le fastidió un negocio de importación de calabazas en Yachi, así que para compensar pérdidas hizo despidos masivos en la plantilla. Gente currante, que vivía al día, cuyo único sustento provenía de ese trabajo. Y esa vieja hija de puta ni siquiera les miró a la cara antes de ponerles de patitas en la calle —agregó, apretando los dientes. Parecía que aquel tema la había tocado muy de cerca—. Así que sí. Yo la estuve jodiendo con esas "voces", yo le estuve robando. Pero no para mí, ¡no! Para esos trabajadores a los que ha dejado en la estacada.
»Yo vestí esta bandana para hacer justicia.
—Soy Yamanaka Ōmei, aunque intuyo que eso ya lo sabes. He visto cómo trincaste a ese palurdo de Keisuke, así que debes estar al corriente de todo —escupió sin preámbulos—. Te seré clara: sí, he sido yo quien ha estado atormentando a esa vieja bruja, y también quien se ha dedicado a... redistribuir su riqueza. Pero déjame que te diga una cosa antes de que te hagas ideas equivocadas: esa arpía tiene más dinero del que se pueda llegar a gastar en cien vidas.
La kunoichi se cruzó de brazos.
—Comprendo que es tu deber ponerle fin a esto, y yo no te lo voy a impedir, pero quiero que entiendas por qué lo hice antes de tomar una decisión —tomó aire—. Kobayashi Koe es dueña de muchas empresas aquí en Amegakure, y en muchos sectores distintos. Prácticamente tiene un monopolio para ella sola, así que eso le permite hacer lo que le dé la gana con sus empleados. Sube precios cuando hay escasez y los baja cuando la competencia intenta vender, durante el último año les bajó el sueldo a sus trabajadores tres veces, tres, para repartirse más beneficios a final de año con sus inversores. ¿Y las condiciones de trabajo? De lo peor, te lo aseguro. Largas horas, pocas vacaciones...
Parecía que la Yamanaka sabía bien a quién había estado jodiendo. Tenía los deberes hechos.
—Hace cosa de un par de meses se le fastidió un negocio de importación de calabazas en Yachi, así que para compensar pérdidas hizo despidos masivos en la plantilla. Gente currante, que vivía al día, cuyo único sustento provenía de ese trabajo. Y esa vieja hija de puta ni siquiera les miró a la cara antes de ponerles de patitas en la calle —agregó, apretando los dientes. Parecía que aquel tema la había tocado muy de cerca—. Así que sí. Yo la estuve jodiendo con esas "voces", yo le estuve robando. Pero no para mí, ¡no! Para esos trabajadores a los que ha dejado en la estacada.
»Yo vestí esta bandana para hacer justicia.