4/05/2020, 19:57
El Inuzuka no tuvo que esperar demasiado, la entrada fue casi a la par. Por el lado contrario, salió su oponente, el que sería su rival por al menos unos minutos. Eso habría sido lo más lógico a pensar, pues dentro de lo que cabe estaban en un torneo, y fuera de éste no habían más motivos... ¿no?
O sí.
En éste caso en particular, había algo más que un mero torneo. La persona que cruzaba el umbral de la puerta en ésta ocasión no era ni más ni menos que Uchiha Datsue. Ese cabronazo que una vez intentó envenenar a Akane, el mismo que con alguna artimaña le hizo que mordiese a Etsu, el mismo que le había apuñalado en un supuesto combate de entrenamiento, el mismo que no aceptó dejar el entrenamiento en empate y se lanzó a matar, el mismo que destrozó un estadio como en el que estaban con una bijuudama, el mismo que intentó burlarse de Kusagakure en público en el anterior combate, el mismo que había atacado a Daigo sin miramiento alguno...
Uchiha Datsue, sí.
Tenía mil y un motivos para odiar a ese tedioso Jönin, y al parecer él también los tenía para odiar al rastas. Apenas entrar, su serpenteante lengua no hizo otra cosa que no fuese lo que mejor sabía, escupir veneno. Se burló de que el Inuzuka participase en el torneo, inquiriendo que lo suyo era atacar por la espalda.
—Tienes algo de razón, los torneos no son lo mío. —respondió presto. —Pero el abuelo quería darle más publicidad al mejor dojo del mundo. Después de todo, ninguna villa nos puede hacer competencia en taijutsu.
»Pero bueno, ¿qué le voy a explicar yo a alguien sobre el honor o la reputación de un Dojo si no tiene ni el personal? ¿o es que intentar envenenar a un can, o apuñalar en un combate de entrenamiento es lo normal en Uzushiogakure?
El Inuzuka sonrió tras su máscara, y se cruzó de brazos. Su hermano observaba aún la situación, pero alejado de interactuar de momento. Por un segundo parecía todo dicho, y más que dicho. La rivalidad entre ambos parecía imposible de evitar, por decirlo de algún modo....
El rastas dejó escapar un suspiro —En fin, luchemos y todo eso.
Con las mismas, realizaría el sello de la confrontación al unísono con su hermano. Por parte de los Inuzuka, todo estaba dispuesto para que diese comienzo el combate. Podían perder demasiadas horas en intentar solucionar la disputa que se traían ya desde hacía más de un año. Así pues, era mejor que lo aclarasen los puños.
O sí.
En éste caso en particular, había algo más que un mero torneo. La persona que cruzaba el umbral de la puerta en ésta ocasión no era ni más ni menos que Uchiha Datsue. Ese cabronazo que una vez intentó envenenar a Akane, el mismo que con alguna artimaña le hizo que mordiese a Etsu, el mismo que le había apuñalado en un supuesto combate de entrenamiento, el mismo que no aceptó dejar el entrenamiento en empate y se lanzó a matar, el mismo que destrozó un estadio como en el que estaban con una bijuudama, el mismo que intentó burlarse de Kusagakure en público en el anterior combate, el mismo que había atacado a Daigo sin miramiento alguno...
Uchiha Datsue, sí.
Tenía mil y un motivos para odiar a ese tedioso Jönin, y al parecer él también los tenía para odiar al rastas. Apenas entrar, su serpenteante lengua no hizo otra cosa que no fuese lo que mejor sabía, escupir veneno. Se burló de que el Inuzuka participase en el torneo, inquiriendo que lo suyo era atacar por la espalda.
—Tienes algo de razón, los torneos no son lo mío. —respondió presto. —Pero el abuelo quería darle más publicidad al mejor dojo del mundo. Después de todo, ninguna villa nos puede hacer competencia en taijutsu.
»Pero bueno, ¿qué le voy a explicar yo a alguien sobre el honor o la reputación de un Dojo si no tiene ni el personal? ¿o es que intentar envenenar a un can, o apuñalar en un combate de entrenamiento es lo normal en Uzushiogakure?
El Inuzuka sonrió tras su máscara, y se cruzó de brazos. Su hermano observaba aún la situación, pero alejado de interactuar de momento. Por un segundo parecía todo dicho, y más que dicho. La rivalidad entre ambos parecía imposible de evitar, por decirlo de algún modo....
El rastas dejó escapar un suspiro —En fin, luchemos y todo eso.
Con las mismas, realizaría el sello de la confrontación al unísono con su hermano. Por parte de los Inuzuka, todo estaba dispuesto para que diese comienzo el combate. Podían perder demasiadas horas en intentar solucionar la disputa que se traían ya desde hacía más de un año. Así pues, era mejor que lo aclarasen los puños.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~