5/05/2020, 20:42
—¡Verás, verás! —exclamó Chiiro, llena de alegría, mientras daba saltitos en el sitio.
Y entonces juntó las manos y entrelazó los dedos con torpeza. Ayame alzó las cejas, con renovado interés. ¿Acaso eso eran... sellos? Un súbito estallido de humo la sobresaltó y según se fue disipando, Ayame comenzó a vislumbrar a otra chiquilla idéntica a Chiiro...
—¡Chiiro! ¿Eso es...? —exclamó, radiante de ilusión, pero tuvo que interrumpirse a mitad de frase cuando se fijó mejor en el clon que había intentado crear Chiiro: aparentemente era idéntica a ella, excepto por el hecho de que no tenía cara. Su rostro era un lienzo en blanco, literalmente, sin ojos, nariz ni boca alguna. Sólo un par de cejas enarcadas.
Y aquello disparó una flecha contra los recuerdos de Ayame, de sus primeros días como kunoichi, cuando sus clones mostraban siempre una permanente y escalofriante expresión de felicidad absoluta, plena y antinatural.
—¡Maldita sea, que no me sale JOOOOO! —clamaba Chiiro, llena de rabia.
Pero Ayame había juntado las manos y sus ojos brillaban con una ilusión que amenazaba con derramarse en cualquier momento.
—¡Pero Chiiro, es increíble! ¡Yo a tu edad aún no sabía hacer clones! —exclamó—. ¿Debo suponer entonces que te vas a convertir en kunoichi?
Y entonces juntó las manos y entrelazó los dedos con torpeza. Ayame alzó las cejas, con renovado interés. ¿Acaso eso eran... sellos? Un súbito estallido de humo la sobresaltó y según se fue disipando, Ayame comenzó a vislumbrar a otra chiquilla idéntica a Chiiro...
—¡Chiiro! ¿Eso es...? —exclamó, radiante de ilusión, pero tuvo que interrumpirse a mitad de frase cuando se fijó mejor en el clon que había intentado crear Chiiro: aparentemente era idéntica a ella, excepto por el hecho de que no tenía cara. Su rostro era un lienzo en blanco, literalmente, sin ojos, nariz ni boca alguna. Sólo un par de cejas enarcadas.
Y aquello disparó una flecha contra los recuerdos de Ayame, de sus primeros días como kunoichi, cuando sus clones mostraban siempre una permanente y escalofriante expresión de felicidad absoluta, plena y antinatural.
—¡Maldita sea, que no me sale JOOOOO! —clamaba Chiiro, llena de rabia.
Pero Ayame había juntado las manos y sus ojos brillaban con una ilusión que amenazaba con derramarse en cualquier momento.
—¡Pero Chiiro, es increíble! ¡Yo a tu edad aún no sabía hacer clones! —exclamó—. ¿Debo suponer entonces que te vas a convertir en kunoichi?