5/05/2020, 20:42
Kisame y Karamaru —la famosa DobleK de Amegakure, al menos en sus respectivas casas— dejaron allí a la señora Kobayashi, con un palmo de narices y sin aclararle ni una maldita cosa sobre el caso que supuestamente habían resuelto: ni qué era lo que había estado pasando en realidad, ni quién era el responsable, ni cómo lo habían descubierto. La pobre señora —metafóricamente hablando, claro— estaba tan estupefacta a aquellas horas de la noche que ni siquiera fue capaz de rechistar, y tuvo que limitarse a ver cómo los dos genin se alejaban calle arriba, en dirección a la torre más alta de la Villa; el Edificio del Arashikage.
La mítica torre les recibió con la apariencia que podía esperarse a aquellas horas de la noche, ya entrada la madrugada. La mayoría de las luces estaban apagadas y apenas un tenue resplandor delataba que la recepción seguía abierta; aunque no formaba parte del horario oficial, todos los ninjas de la Lluvia sabían que el Fantasma del Edificio del Arashikage pasaba la noche allí...
Kisame, no sin antes hacer acopio de voluntad, entró en el Edificio. Halló a Uchiha Kenshin detrás del mostrador, ojeando distraídamente un periódico con su único ojo medio sano. El veterano apenas levantó su paupérrima vista del diario para recibir el reporte de Kisame; como respuesta, se limitó a inclinar la cabeza hacia un taco de pergaminos en blanco, un tintero y pluma, que podían ser usados para escribir el informe.
La mítica torre les recibió con la apariencia que podía esperarse a aquellas horas de la noche, ya entrada la madrugada. La mayoría de las luces estaban apagadas y apenas un tenue resplandor delataba que la recepción seguía abierta; aunque no formaba parte del horario oficial, todos los ninjas de la Lluvia sabían que el Fantasma del Edificio del Arashikage pasaba la noche allí...
Kisame, no sin antes hacer acopio de voluntad, entró en el Edificio. Halló a Uchiha Kenshin detrás del mostrador, ojeando distraídamente un periódico con su único ojo medio sano. El veterano apenas levantó su paupérrima vista del diario para recibir el reporte de Kisame; como respuesta, se limitó a inclinar la cabeza hacia un taco de pergaminos en blanco, un tintero y pluma, que podían ser usados para escribir el informe.