9/05/2020, 00:54
Kazuma dio un pequeño respingo ante el despertar de la bestia mecánica. Había tomo un par de las galletas que le ofrecía su amiga, y la mitad de una de ellas se quedó colgando en sus labios cuando, a través de la ventana, vio como el mundo comenzaba a moverse.
—¡Y esto e-es un viaje en tren! ¿A que mola? —dijo Ranko con una enorme sonrisa y un leve brillo de rojo en sus mejillas.
—Es increíble —dijo luego de apurar la galleta, respondiéndole con una sonrisa adornada de alguna migajas.
La velocidad iba en aumento y el paisaje externo se le presentaba como una maravilla. Tambien estaba aquel sonido cadencioso, como de articulaciones metálicas que cada tanto truenan al acomodarse. Le gustaba aquel sonido, sentía que le daba cierta cualidad de vida al tren.
—¿Sabes? —llamo la atención de Ranko, mientras mantenía su rostro cercano a la ventana—. Si te concentras en el paisaje, puedes sentir, aunque solo sea por un momento, que es lo de afuera lo que se está moviendo… Es surreal, como esto de que las cosas lejanas como las nubes estén inmóviles.
Así fue como su viaje sobre rieles les llevo a través del tupido Bosque de Hongos, hasta llegar a la famosa ciudad arbórea, que desde allí adentro parecía un mundo ajeno y desconocido. Luego pasaron por el Paraje de Bambú, a una velocidad tal que no daba tiempo a percibir el constante balancear de las copas, como si aquel sitio se hubiese detenido en el tiempo para ellos. Más tarde, el sol desapareció unas horas antes de los previsto cuando llegaron al Paraje sin Sol. Kazuma se preguntó, en qué dirección estaría Hanamura, pero la pregunta dejaba de importarle en cuanto la interminable llanura era adornada por algún pastor paseando a sus ovejas. Aquella imagen, por alguna razón, le proporcionaba una gran sensación de paz. En las fronterizas Tierras de Llovizna, los paisajes lucían inhóspitos y tranquilos, y el tiempo se le iba tratando de comprender como es que la lluvia caía de aquella forma tan inclinada, y porque si se quedaba viendo el vidrio y las gotas que por él resbalaban le invadía una vaga sensación de sueño y nostalgia. Y así fue como, mientras veían un sol rojizo, pasando de ocultarse en un cielo plomizo a ocultarse en el horizonte, anocheció y llegaron a un poco más de la mitad de su viaje, quedando justo en Yachi; luego de cruzar sobre un puente cuya altura parecía ser infinita, y haciendo que las aves anidadas en los riscos se levantasen hacia el último vuelo del día.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)