10/05/2020, 13:09
Pero Eri se intuyó que algo andaba mal con aquellos shuriken, y echó a correr hacia un lado con una ágil voltereta antes de que llegaran a alcanzar su posición. En consecuencia, los proyectiles cayeron al suelo con un delicado tintineo metálico, con los hilos que los unían enredados entre sí, ahora inservibles.
«Nunca funciona, voy a tener que cambiar esa táctica.» Se dijo Ayame, divertida. Todas las veces que había intentado aquello, por una cosa o por otra, jamás había funcionado.
Sin embargo, la Uzumaki no estaba dispuesta a perder el tiempo. Siguiendo la estela de la voz, la marinera quiso acercarse a la sirena escondida entre la niebla. Y cuando saltó hacia ella, puño en ristre, pudo ver al fin a Ayame, con sus alas de agua desplegadas tras su espalda y sosteniéndose en el aire sobre la niebla. Pero ella también la estaba esperando, y tenía las manos ya entrelazadas en el sello del Tigre. La canción se había detenido.
«Oh, no, ¡no puedo dejar que te acerques!» Pensó, frunciendo el ceño, tomando una buena bocanada de aire.
Y poco antes de que Eri llegara hasta ella para asestarle el puñetazo, y aprovechando que estaba en el aire y le sería más difícil evitarlo al no tener un punto de apoyo, lanzó desde sus pulmones una bomba de agua, una bala de cañón que buscó impactar contra ella y devolverla contra el suelo.
«Nunca funciona, voy a tener que cambiar esa táctica.» Se dijo Ayame, divertida. Todas las veces que había intentado aquello, por una cosa o por otra, jamás había funcionado.
Sin embargo, la Uzumaki no estaba dispuesta a perder el tiempo. Siguiendo la estela de la voz, la marinera quiso acercarse a la sirena escondida entre la niebla. Y cuando saltó hacia ella, puño en ristre, pudo ver al fin a Ayame, con sus alas de agua desplegadas tras su espalda y sosteniéndose en el aire sobre la niebla. Pero ella también la estaba esperando, y tenía las manos ya entrelazadas en el sello del Tigre. La canción se había detenido.
«Oh, no, ¡no puedo dejar que te acerques!» Pensó, frunciendo el ceño, tomando una buena bocanada de aire.
Y poco antes de que Eri llegara hasta ella para asestarle el puñetazo, y aprovechando que estaba en el aire y le sería más difícil evitarlo al no tener un punto de apoyo, lanzó desde sus pulmones una bomba de agua, una bala de cañón que buscó impactar contra ella y devolverla contra el suelo.