13/05/2020, 18:27
(Última modificación: 13/05/2020, 18:27 por Uchiha Akame.)
Junko replicó a las palabras de su alumno con una pedorreta.
—Bah, bah, bah, ya te digo yo que no es así —desde luego, la sensei parecía mucho más animada. ¿Sería el buffet, la cerveza, o que creía haberle causado una buena impresión a Takumi? ¿O todo a la vez, quizás?—. Los Torneos como este son exhibiciones, aunque haya por ahí más de un genin pasado de rosca que se lo toma demasiado en serio, lo que cuenta es el joga bonito.
Con una velocidad inusitada para alguien de su condición física —Junko movía su único brazo como si fueran dos—, la Uzumaki empezó a cazar al vuelo platillos de la cinta, todos muy variados pero que sufrían el mismo destino al final: acabar en su boca. Mientras masticaba con esforzado decoro pero evidente ansia, la chūnin se explayaba dando su opinión sobre el Torneo de los Dojos y otros similares. Parecía que le gustaba bastante hablar, al contrario que su alumno.
—Tómatelo como un escaparate, los ricachones son invitados a ver cómo los ninjas se dan de tortas y así la Aldea que haga mejor papel tendrá más clientes. Bueno, eso, y el derecho a fanfarronear delante de los ninjas de otras Villas. El último fue hace dos años y nos lo llevamos nosotros, claro está —enunció la chūnin, visiblemente orgullosa—. Ten especial cuidado con los de Ame, en la edición pasada barrimos el suelo con ellos en las últimas rondas y seguro que todavía la tienen bastante adentro con eso. Van a ir a por todas.
Con un gesto de su mano, la sensei pidió otro tercio; miró a Takumi, pero al ver que el pobre apenas había dado un tímido sorbo a la suya, se contuvo de pedirle otra ronda.
—¿No te gusta? —preguntó, divertida—. Sé que eres menor, pero entre los shinobi del Remolino tenemos un dicho: si tienes edad para matar, tienes edad para beber.
—Bah, bah, bah, ya te digo yo que no es así —desde luego, la sensei parecía mucho más animada. ¿Sería el buffet, la cerveza, o que creía haberle causado una buena impresión a Takumi? ¿O todo a la vez, quizás?—. Los Torneos como este son exhibiciones, aunque haya por ahí más de un genin pasado de rosca que se lo toma demasiado en serio, lo que cuenta es el joga bonito.
Con una velocidad inusitada para alguien de su condición física —Junko movía su único brazo como si fueran dos—, la Uzumaki empezó a cazar al vuelo platillos de la cinta, todos muy variados pero que sufrían el mismo destino al final: acabar en su boca. Mientras masticaba con esforzado decoro pero evidente ansia, la chūnin se explayaba dando su opinión sobre el Torneo de los Dojos y otros similares. Parecía que le gustaba bastante hablar, al contrario que su alumno.
—Tómatelo como un escaparate, los ricachones son invitados a ver cómo los ninjas se dan de tortas y así la Aldea que haga mejor papel tendrá más clientes. Bueno, eso, y el derecho a fanfarronear delante de los ninjas de otras Villas. El último fue hace dos años y nos lo llevamos nosotros, claro está —enunció la chūnin, visiblemente orgullosa—. Ten especial cuidado con los de Ame, en la edición pasada barrimos el suelo con ellos en las últimas rondas y seguro que todavía la tienen bastante adentro con eso. Van a ir a por todas.
Con un gesto de su mano, la sensei pidió otro tercio; miró a Takumi, pero al ver que el pobre apenas había dado un tímido sorbo a la suya, se contuvo de pedirle otra ronda.
—¿No te gusta? —preguntó, divertida—. Sé que eres menor, pero entre los shinobi del Remolino tenemos un dicho: si tienes edad para matar, tienes edad para beber.