13/05/2020, 18:32
Kisame dejó, diligente, el reporte sobre la mesa de recepción y los gemelos se aseguraron de guardarlo a buen recaudo para que la Arashikage en persona pudiera leerlo más tarde. Con ello, los dos genin terminaron sus asuntos en el Edificio y se dirigieron a su próxima parada: el edificio de Ferrocarriles de Amegakure.
Cuando por fin llegaron a su destino, la escena que les recibió resultaría un tanto extraña hasta al menos avispado. El edificio no era más que una nave industrial de grandes proporciones con ventanales en la parte superior, donde se almacenaban fundamentalmente cargamentos destinados a otras partes de Ōnindo. Hacía las veces tanto de almacén como de plataforma de reparto, por lo que no sería extraño pensar que la actividad, en plena tarde de un día de trabajo, debía ser bollante. No era así.
Los alrededores estaban despiertos, la nave industrial cerrada por completo y ni un alma a la vista; con la salvedad de dos operarios que fumaban un cigarrillo en la puerta lateral —mucho más pequeña que la principal— de la nave. Todo el lugar tenía un aire muy raro... Y, por supuesto, no había rastro de Ebisu-sensei.
Cuando por fin llegaron a su destino, la escena que les recibió resultaría un tanto extraña hasta al menos avispado. El edificio no era más que una nave industrial de grandes proporciones con ventanales en la parte superior, donde se almacenaban fundamentalmente cargamentos destinados a otras partes de Ōnindo. Hacía las veces tanto de almacén como de plataforma de reparto, por lo que no sería extraño pensar que la actividad, en plena tarde de un día de trabajo, debía ser bollante. No era así.
Los alrededores estaban despiertos, la nave industrial cerrada por completo y ni un alma a la vista; con la salvedad de dos operarios que fumaban un cigarrillo en la puerta lateral —mucho más pequeña que la principal— de la nave. Todo el lugar tenía un aire muy raro... Y, por supuesto, no había rastro de Ebisu-sensei.