16/05/2020, 06:40
«¡Mierda!»
Fue todo lo que pudo procesar su mente en ese instante. Una mala palabra. Porque, aquél fogonazo, había sido eso: una mierda en toda regla. No sólo les había tomado por sorpresa, sino que también les impidió poder discernir de qué forma iba a venir la segunda parte de aquella estrategia cuyo nombre no había podido escuchar, pero que llevaba el nombre de Táctica mataperros. Si lo hubiese escuchado, además, era muy probable se que se hubiese sentido indudablemente ofendido de que les catalogaran como un simple animal.
Pero bueno, daba igual. Lo cierto es que aún estando cegado, la siguiente parte del plan de los Protectores del Muelle resultó más que evidente cuando aquella sensación de vacío les invadió al Uchiha y al Tiburón. El cuerpo de un humano se siente ajeno a la fuerza que aplica sobre uno la gravedad de manera tan súbita. Claro que la mente de Umikiba Kaido no lo procesaba de esa forma, para él era tan simple como que ahora mismo estaba cayendo hacia un fondo que quién sabía qué les deparaba abajo, y que, de alguna manera, ese vacío debía tener un radio viable, dadas las cortas distancias que les separaba de sus enemigos antes de que ejecutaran la técnica.
Por tanto, Kaido sólo pensó en una cosa: usar el poder de sus brazos para manotear lo más lejos posible hacia sus laterales, esperando encontrar el borde de la tierra a partir del cual el piso se había venido abajo. Con su fuerza actual, sería capaz de clavar los dedos como un garrote para no caer, finalmente, hacia un desenlace incierto.
Fue todo lo que pudo procesar su mente en ese instante. Una mala palabra. Porque, aquél fogonazo, había sido eso: una mierda en toda regla. No sólo les había tomado por sorpresa, sino que también les impidió poder discernir de qué forma iba a venir la segunda parte de aquella estrategia cuyo nombre no había podido escuchar, pero que llevaba el nombre de Táctica mataperros. Si lo hubiese escuchado, además, era muy probable se que se hubiese sentido indudablemente ofendido de que les catalogaran como un simple animal.
Pero bueno, daba igual. Lo cierto es que aún estando cegado, la siguiente parte del plan de los Protectores del Muelle resultó más que evidente cuando aquella sensación de vacío les invadió al Uchiha y al Tiburón. El cuerpo de un humano se siente ajeno a la fuerza que aplica sobre uno la gravedad de manera tan súbita. Claro que la mente de Umikiba Kaido no lo procesaba de esa forma, para él era tan simple como que ahora mismo estaba cayendo hacia un fondo que quién sabía qué les deparaba abajo, y que, de alguna manera, ese vacío debía tener un radio viable, dadas las cortas distancias que les separaba de sus enemigos antes de que ejecutaran la técnica.
Por tanto, Kaido sólo pensó en una cosa: usar el poder de sus brazos para manotear lo más lejos posible hacia sus laterales, esperando encontrar el borde de la tierra a partir del cual el piso se había venido abajo. Con su fuerza actual, sería capaz de clavar los dedos como un garrote para no caer, finalmente, hacia un desenlace incierto.