20/05/2020, 17:55
(Última modificación: 20/05/2020, 17:56 por Sagiso Ranko.)
Ranko asintió. Era incierto cuánto tardarían en llegar a las minas, pero era mejor ir preparados. Kazuma razón con respecto a ello. La chica, sorprendida por el uso de Fuuinjutsu del peliblanco, hizo algo similar, pero guardó las dos botellas de agua, las nueces y las frutas deshidratadas que acababa de comprar en su mochila. Asintió de nuevo.
—¡En marcha!
A pesar de la poca experiencia que Ranko tenía al suroeste del continente, y de que no era la mejor leyendo mapas, no debería de costarles mucho trabajo llegar a las minas. La razón era que el río serviría como una guía enorme. Sólo había que seguirlo hacia el norte. Fácil. ¿No?
”Sí, fácil” quiso pensar la chica.
Comenzaron a caminar y el primer obstáculo se hizo claro para Ranko: la arena. Sus pies, acostumbrados a caminar sobre tierra y hierba, se sentían ajenos a aquel suelo tan blando e inestable. No era algo terrible de andar, pero sí era incómodo.
Tardaron algunos minutos en cruzar a la zona oeste de Inaka. Pasaron por encima del puente y luego viraron al norte, siguiendo aquel calmado cauce. La vegetación era muy escasa, y casi ponía triste a la kunoichi, tan familiar con las plantas. El sol se alzaba inclemente a su derecha, punzante como los cactus que le daban la bienvenida. Ranko no sabía si echarse alguno de los kimonos de su mochila encima o no. ¿Si se cubría, le daría más calor por estar cubierta o menos calor por estar protegida del sol? Debían de haberles enseñado eso en la Academia...
—Creo… Creo que extraño el Bosque de Hongos… —Le comentó la de la trenza a su amigo, con una risita nerviosa. Ella intentaba no acelerar mucho su paso para no dejarlo atrás.
—¡En marcha!
A pesar de la poca experiencia que Ranko tenía al suroeste del continente, y de que no era la mejor leyendo mapas, no debería de costarles mucho trabajo llegar a las minas. La razón era que el río serviría como una guía enorme. Sólo había que seguirlo hacia el norte. Fácil. ¿No?
”Sí, fácil” quiso pensar la chica.
Comenzaron a caminar y el primer obstáculo se hizo claro para Ranko: la arena. Sus pies, acostumbrados a caminar sobre tierra y hierba, se sentían ajenos a aquel suelo tan blando e inestable. No era algo terrible de andar, pero sí era incómodo.
Tardaron algunos minutos en cruzar a la zona oeste de Inaka. Pasaron por encima del puente y luego viraron al norte, siguiendo aquel calmado cauce. La vegetación era muy escasa, y casi ponía triste a la kunoichi, tan familiar con las plantas. El sol se alzaba inclemente a su derecha, punzante como los cactus que le daban la bienvenida. Ranko no sabía si echarse alguno de los kimonos de su mochila encima o no. ¿Si se cubría, le daría más calor por estar cubierta o menos calor por estar protegida del sol? Debían de haberles enseñado eso en la Academia...
—Creo… Creo que extraño el Bosque de Hongos… —Le comentó la de la trenza a su amigo, con una risita nerviosa. Ella intentaba no acelerar mucho su paso para no dejarlo atrás.
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