20/05/2020, 23:07
(Última modificación: 20/05/2020, 23:07 por Aotsuki Ayame.)
—¿De... de verdad lo harías? —gimoteó la chiquilla, alzando sus ojos llorosos hacia Ayame, que sonreía afable. De un momento a otro, Chiiro se levantó y volvió a abrazarse a ella de golpe—. Gracias, Ayame. Eres muy buena.
—¡Pero no me las des! Después de todo, nadie mejor para enseñar el Suiton que el Ag...
—¡Chiiro! ¡Chiiro! ¿Estás aquí?
Una voz la interrumpió, sobresaltándola. Una voz de mujer, que ambas conocían muy bien. Ayame sintió una amarga punzada en el pecho. Lo último que le apetecía en aquellos momentos era encontrarse con Kiroe o con su padre. En cualquier otra circunstancia habría aprovechado la oportunidad para escabullirse, esconderse y no salir a la vista; pero Chiiro se había refugiado detrás de ella.
Ayame lanzó un profundo suspiro.
—Vamos, ve —le dijo en voz baja—. No puedes quedarte en este bosque para siempre.
—¡Pero no me las des! Después de todo, nadie mejor para enseñar el Suiton que el Ag...
—¡Chiiro! ¡Chiiro! ¿Estás aquí?
Una voz la interrumpió, sobresaltándola. Una voz de mujer, que ambas conocían muy bien. Ayame sintió una amarga punzada en el pecho. Lo último que le apetecía en aquellos momentos era encontrarse con Kiroe o con su padre. En cualquier otra circunstancia habría aprovechado la oportunidad para escabullirse, esconderse y no salir a la vista; pero Chiiro se había refugiado detrás de ella.
Ayame lanzó un profundo suspiro.
—Vamos, ve —le dijo en voz baja—. No puedes quedarte en este bosque para siempre.