21/05/2020, 22:40
—Diría que me gustaría, pero estaría mintiéndome a mi misma —reconoció Chiiro, con una sonrisa triste. Luego se separó de Ayame un momento—. No quiero que os encontréis y os pongáis a discutir, así que me voy corriendo. Gracias... gracias por lo de los papeles y por todo, Ayame.
La muchacha clavó una pronunciada reverencia que casi hunde su frente en el suelo, y luego salió corriendo a trompicones.
»¡Estoy aquí!
—¡Chiiro! ¡Me tenías preocupadísima! ¡No vuelvas a escaparte así! —se escuchó la voz de Kiroe tras los árboles.
—¡No quiero sermones! ¡No después de lo de hoy!
—No los habrá. Lo siento, Chiiro. Vámonos, Daruu está buscándote como loco también...
Y así, Ayame quedó en silencio en mitad de Hokutōmori. Sólo el sonido de los pájaros adornaba la nada.
La muchacha clavó una pronunciada reverencia que casi hunde su frente en el suelo, y luego salió corriendo a trompicones.
»¡Estoy aquí!
—¡Chiiro! ¡Me tenías preocupadísima! ¡No vuelvas a escaparte así! —se escuchó la voz de Kiroe tras los árboles.
—¡No quiero sermones! ¡No después de lo de hoy!
—No los habrá. Lo siento, Chiiro. Vámonos, Daruu está buscándote como loco también...
Y así, Ayame quedó en silencio en mitad de Hokutōmori. Sólo el sonido de los pájaros adornaba la nada.