23/05/2020, 11:52
—Diría que me gustaría, pero estaría mintiéndome a mi misma —reconoció Chiiro, con una sonrisa triste. Entonces se separó de Ayame—. No quiero que os encontréis y os pongáis a discutir, así que me voy corriendo. Gracias... gracias por lo de los papeles y por todo, Ayame.
—No tienes que dármelas, Chiiro —respondió ella, con una sonrisa alicaída.
Y dejó que se marchara. Ayame retrocedió lentamente, hasta fundirse entre las sombras de los árboles y las escuchó hablar a lo lejos. Suspiró para sí. No iba a ponerse a discutir con Kiroe si se cruzaba con ella, pero lo que necesitaba en aquellos momentos era quedarse a solas consigo misma. Y con el silencio de Hokutōmori. Había hecho una excepción con Chiiro porque le había preocupado que una chiquilla estuviera tan lejos en un lugar desconocido para ella y donde cualquier persona con aviesas intenciones pudiera hacerle algo.
Pero ahora que estaba sola al fin, podría disfrutar de su soledad un rato antes de regresar a su habitación.
Donde, sin que ella lo supiera, algo la estaba esperando.
—No tienes que dármelas, Chiiro —respondió ella, con una sonrisa alicaída.
Y dejó que se marchara. Ayame retrocedió lentamente, hasta fundirse entre las sombras de los árboles y las escuchó hablar a lo lejos. Suspiró para sí. No iba a ponerse a discutir con Kiroe si se cruzaba con ella, pero lo que necesitaba en aquellos momentos era quedarse a solas consigo misma. Y con el silencio de Hokutōmori. Había hecho una excepción con Chiiro porque le había preocupado que una chiquilla estuviera tan lejos en un lugar desconocido para ella y donde cualquier persona con aviesas intenciones pudiera hacerle algo.
Pero ahora que estaba sola al fin, podría disfrutar de su soledad un rato antes de regresar a su habitación.
Donde, sin que ella lo supiera, algo la estaba esperando.