24/05/2020, 16:07
No dejaba de mirarla de reojo. Estaba haciendo cosas, eso la ponía nerviosa. Abría armarios, los cerraba, volvía a abrirlos, y sí, a veces el mismo armario varias veces. ¿Qué buscaba? ¿Por qué no le preguntaba y así acababan rápido? No, Ren siguió a su rollo. Haciendo un escandalo de gran calibre para encontrar ¿qué?
Una taza, café y dos rebanadas de pan de molde. Tal cual, sin nada. ¿Qué mierdas de desayuno era ese? ¿Y para eso todo ese espectaculo?
Hana pasó de la mirada de reojo a una mirada concentrada sobre Ren. Hasta ella se estaba dando cuenta de que la ponía demasiado nerviosa. Su sola presencia hacía que la rubia estuviese alerta, expectante, vigilante. Era conocida por ser una chica madura, serena y calmada. ¿Por qué no con Ren? ¿Qué le pasaba con ella? ¿Qué tenía?
Tenía que ser por su falta de decoro, su capacidad para hacer lo que le diese la gana, su impredecibilidad. Frunció el ceño, intensificando la mirada sobre la morena, la miró de arriba abajo. Cada sutil detalle de ella, de su pijama, de su pelo, la ponía histérica. ¿No podía sentarse como una persona normal? ¿No podía desayunar como una persona normal?
Terminó de beberse la leche del bol y guardó los cereales en su caja. Cuando se levantó para recogerlo todo, su padre apareció por la puerta. Se dieron los buenos días y después él empezó a preparar un desayuno completo, con huevos, bacon y zumo recien exprimido, que Hana rápidamente determinó que para él no era. Nunca se esforzaba tanto con sus desayunos.
— Oh, papa, ¿necesitas algo del super? Voy a arreglar unas cosas del consejo y queria ir a comprar para... — miró de reojo a Ren, de nuevo, no sabía si estaba escuchando — para hacer una cosa que se me ha ocurrido.
— En principio no necesitamos nada. Pero ¡llevate a Ren! Así le enseñas donde están las cosas por el barrio.
— ¿Qué? No... — se detuvo un segundo, girandose a la mencionada. — No sé como no se me ha ocurrido antes. ¡Ren-chan! ¿Te apetece? — su voz pasó a un tono meloso.
Una taza, café y dos rebanadas de pan de molde. Tal cual, sin nada. ¿Qué mierdas de desayuno era ese? ¿Y para eso todo ese espectaculo?
Hana pasó de la mirada de reojo a una mirada concentrada sobre Ren. Hasta ella se estaba dando cuenta de que la ponía demasiado nerviosa. Su sola presencia hacía que la rubia estuviese alerta, expectante, vigilante. Era conocida por ser una chica madura, serena y calmada. ¿Por qué no con Ren? ¿Qué le pasaba con ella? ¿Qué tenía?
Tenía que ser por su falta de decoro, su capacidad para hacer lo que le diese la gana, su impredecibilidad. Frunció el ceño, intensificando la mirada sobre la morena, la miró de arriba abajo. Cada sutil detalle de ella, de su pijama, de su pelo, la ponía histérica. ¿No podía sentarse como una persona normal? ¿No podía desayunar como una persona normal?
Terminó de beberse la leche del bol y guardó los cereales en su caja. Cuando se levantó para recogerlo todo, su padre apareció por la puerta. Se dieron los buenos días y después él empezó a preparar un desayuno completo, con huevos, bacon y zumo recien exprimido, que Hana rápidamente determinó que para él no era. Nunca se esforzaba tanto con sus desayunos.
— Oh, papa, ¿necesitas algo del super? Voy a arreglar unas cosas del consejo y queria ir a comprar para... — miró de reojo a Ren, de nuevo, no sabía si estaba escuchando — para hacer una cosa que se me ha ocurrido.
— En principio no necesitamos nada. Pero ¡llevate a Ren! Así le enseñas donde están las cosas por el barrio.
— ¿Qué? No... — se detuvo un segundo, girandose a la mencionada. — No sé como no se me ha ocurrido antes. ¡Ren-chan! ¿Te apetece? — su voz pasó a un tono meloso.