24/05/2020, 23:43
Daigo terminó por meditar en voz alta que sería una buena idea usar más el estilo Inuzuka en su próximo encuentro, por eso de publicitar más el dojo. Aunque también cayó en algo muy tangible, aunque era un buen usuario del Tekken, aún no conocía ninguna técnica avanzada. La verdad, con el tiempo que llevaba en el dojo no era de extrañar, a Etsu le había costado mucho llegar hasta el punto en el que estaba. Pero por otro lado, el peliverde se había convertido en muy poco tiempo en uno de los mejores practicantes, quizás por su predisposición al combate cuerpo a cuerpo...
—Pues a decir verdad... sí que es cierto. El abuelo aún no te ha enseñado ninguno de los pilares del estilo, tendré que hablar con él. Quizás hasta te puedo ayudar yo, pero yo aún solo sé dos de los cuatro pilares.
Ranko se quedó extrañada ante ésto, desconocedora de que Daigo se había convertido en discípulo del abuelo Inuzuka. —Así es Ranko, Daigo empezó a entrenar en el dojo del abuelo conmigo.
Seguramente Daigo ya había escuchado de que los considerados maestros del estilo eran aquellos que habían dominado ya los cuatro pilares, y solo existía en ése punto el abuelo del rastas. Por otro lado, el peliverde vislumbró como posibles oponentes a dos jönin. La verdad, no estaba teniendo suerte alguna en éste torneo, pues ya sería la segunda vez que se enfrentaba a un shinobi o kunoichi de éste rango. Sin embargo, voluntad era lo que menos le faltaba. Entusiasmado, sentenció que ganaría.
Kuumi aclaró que Ranko la estaba ayudando a promocionar su nueva linea de ropa de entrenamiento, con la cuál al parecer lucía como una superheroína. A todo ésto, les ofreció ser también la diseñadora de ambos. Ranko interrumpió rápidamente, intentando confirmar lo dicho por su hermana. En lo que Kuumi guiñaba un ojo a los chicos, intentando de convencerlos. Al parecer Ranko era su primera modelo, y de pronto... preguntó si el Inuzuka estaría interesado en patrocinar a la estilista.
Obviamente, no se estaba refiriendo al rastas.
—La verdad... en mi opinión, el dojo debería tener un uniforme. La indumentaria también es disciplina, y debe tener unas bases... no se puede ir a entrenar con ropa que no favorezca el movimiento, o inapropiada. Se puede ver de todo en un dojo... PERO, no estoy seguro de si el estilo superhéroe le gustará al abuelo. Quizás si propones algunos diseños, podrías convencerlo para que compre un estilo y lo haga uniformidad del dojo. Como te digo, te aconsejaría algo más... clásico, aunque entre diferentes estilos podrías introducir todo lo que se te venga a la mente.
»Y si quieres convencerlo con seguridad, un emblema con un perro de tres cabezas sería la clave. El dojo se llama Cereberus, en honor al cancerbero de tres cabezas que custodia la puerta al infierno. O al menos eso dicen los libros...
Ranko inquirió que confiaba en las posibilidades de ambos, que seguro dejaban el estilo del dojo y la fuerza de los kusajines en muy alta estima. Al menos podía decir que la chica se había vuelto más positiva desde la última vez que la vio. Pero a decir verdad, él no estaba del todo seguro, pues tenía una gran espina clavada.
—Espero que sí... pero también espero no encontrarme a más gente que use técnicas de ilusionismo como Yota... el cabrón me tenía bien jodido, y aunque hubiese sabido que era una ilusión, no tengo ni pajolera idea de qué hacer en esas situaciones... y visto lo visto, dar puñetazos y patadas al aire no es la mejor opción... jajajaja.
La suerte para Ranko en la próxima fase era algo distinta, un amejin, una rubia de uzu, o el espadachín que había llevado a Kazuma al hospital. Sin duda, éste último era un auténtico peligro. Como todo uzujin con algo de habilidad...
—Esperemos que te toque contra el de Amegakure, que la mayoría de los que conozco de Uzu están como una cabra...
—Pues a decir verdad... sí que es cierto. El abuelo aún no te ha enseñado ninguno de los pilares del estilo, tendré que hablar con él. Quizás hasta te puedo ayudar yo, pero yo aún solo sé dos de los cuatro pilares.
Ranko se quedó extrañada ante ésto, desconocedora de que Daigo se había convertido en discípulo del abuelo Inuzuka. —Así es Ranko, Daigo empezó a entrenar en el dojo del abuelo conmigo.
Seguramente Daigo ya había escuchado de que los considerados maestros del estilo eran aquellos que habían dominado ya los cuatro pilares, y solo existía en ése punto el abuelo del rastas. Por otro lado, el peliverde vislumbró como posibles oponentes a dos jönin. La verdad, no estaba teniendo suerte alguna en éste torneo, pues ya sería la segunda vez que se enfrentaba a un shinobi o kunoichi de éste rango. Sin embargo, voluntad era lo que menos le faltaba. Entusiasmado, sentenció que ganaría.
Kuumi aclaró que Ranko la estaba ayudando a promocionar su nueva linea de ropa de entrenamiento, con la cuál al parecer lucía como una superheroína. A todo ésto, les ofreció ser también la diseñadora de ambos. Ranko interrumpió rápidamente, intentando confirmar lo dicho por su hermana. En lo que Kuumi guiñaba un ojo a los chicos, intentando de convencerlos. Al parecer Ranko era su primera modelo, y de pronto... preguntó si el Inuzuka estaría interesado en patrocinar a la estilista.
Obviamente, no se estaba refiriendo al rastas.
—La verdad... en mi opinión, el dojo debería tener un uniforme. La indumentaria también es disciplina, y debe tener unas bases... no se puede ir a entrenar con ropa que no favorezca el movimiento, o inapropiada. Se puede ver de todo en un dojo... PERO, no estoy seguro de si el estilo superhéroe le gustará al abuelo. Quizás si propones algunos diseños, podrías convencerlo para que compre un estilo y lo haga uniformidad del dojo. Como te digo, te aconsejaría algo más... clásico, aunque entre diferentes estilos podrías introducir todo lo que se te venga a la mente.
»Y si quieres convencerlo con seguridad, un emblema con un perro de tres cabezas sería la clave. El dojo se llama Cereberus, en honor al cancerbero de tres cabezas que custodia la puerta al infierno. O al menos eso dicen los libros...
Ranko inquirió que confiaba en las posibilidades de ambos, que seguro dejaban el estilo del dojo y la fuerza de los kusajines en muy alta estima. Al menos podía decir que la chica se había vuelto más positiva desde la última vez que la vio. Pero a decir verdad, él no estaba del todo seguro, pues tenía una gran espina clavada.
—Espero que sí... pero también espero no encontrarme a más gente que use técnicas de ilusionismo como Yota... el cabrón me tenía bien jodido, y aunque hubiese sabido que era una ilusión, no tengo ni pajolera idea de qué hacer en esas situaciones... y visto lo visto, dar puñetazos y patadas al aire no es la mejor opción... jajajaja.
La suerte para Ranko en la próxima fase era algo distinta, un amejin, una rubia de uzu, o el espadachín que había llevado a Kazuma al hospital. Sin duda, éste último era un auténtico peligro. Como todo uzujin con algo de habilidad...
—Esperemos que te toque contra el de Amegakure, que la mayoría de los que conozco de Uzu están como una cabra...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~