26/05/2020, 11:37
—Hagamos lo que te de la puta gana
La muy... ¡Encima que le pregunta! ¡Es que...! Apretó los dientes y los puños, pero no dijo nada. Si quería ser una borde asquerosa, todo suyo. Fue directa a la ferreteria a que le hiciesen las llaves. Un copia de la del portal y otra de la casa. Después de esperar unos minutos y pagar, se las ofreció a Ren, con tanta contención como pudo para no tirarselas a la cabeza. No diría nada, ni siquiera la miraria, si lo hacia iban a acabar discutiendo.
Después, caminaría en dirección al supermercado, dando un pequeño rodeo para pararse en un par de sitios para hacer como que miraba algo y después irse. Era estúpida. Solo lo hacía para que Ren conociese los sitios en cuestión, sin saber si estaba siquiera prestando atención. Paró en la pasteleria, en la tienda donde compraba sus mangas y en la tienda de animales. En el último, miraba el escaparate desde fuera y le dedicaba una mirada de reojo a Ren. Tras unos segundos retomaría el camino.
Una vez en el supermercado, empezó una marcha lenta por todos y cada uno de los pasillos, con una cesta, cogiendo algunas cosas. Lo que hiciese Ren era cosa suya.
La muy... ¡Encima que le pregunta! ¡Es que...! Apretó los dientes y los puños, pero no dijo nada. Si quería ser una borde asquerosa, todo suyo. Fue directa a la ferreteria a que le hiciesen las llaves. Un copia de la del portal y otra de la casa. Después de esperar unos minutos y pagar, se las ofreció a Ren, con tanta contención como pudo para no tirarselas a la cabeza. No diría nada, ni siquiera la miraria, si lo hacia iban a acabar discutiendo.
Después, caminaría en dirección al supermercado, dando un pequeño rodeo para pararse en un par de sitios para hacer como que miraba algo y después irse. Era estúpida. Solo lo hacía para que Ren conociese los sitios en cuestión, sin saber si estaba siquiera prestando atención. Paró en la pasteleria, en la tienda donde compraba sus mangas y en la tienda de animales. En el último, miraba el escaparate desde fuera y le dedicaba una mirada de reojo a Ren. Tras unos segundos retomaría el camino.
Una vez en el supermercado, empezó una marcha lenta por todos y cada uno de los pasillos, con una cesta, cogiendo algunas cosas. Lo que hiciese Ren era cosa suya.