27/05/2020, 17:36
Junko sonrió, guiñándole un ojo a su alumno. Parecía haber conseguido infundir en él la motivación que buscaba.
—¡Así se habla, leñe! —alzó su tercio, brindando—. Por el Torneo. Que volvamos a casa con otro título bien merecido.
La comilona proseguiría durante un rato más, y si Takumi no rompía el silencio, esta vez la chūnin se concentraría en terminar de llenarse. Cuando sobre su bandeja reposaron tantos platos que parecían una improvisada torre, Junko pidió un fuerte té negro con hielo —"para la digestión", aseguró— y se recostó en su asiento a disfrutarlo. Hacía calor y una bebida fría como aquella entraba muy bien; además, el té era de importación, directamente de las Islas del Té. Cosa fina.
Pasada la hora del almuerzo, sensei y alumno abandonaron el restaurante. Junko parecía bastante contenta y, sobretodo, ansiosa por hacer que Takumi también lo estuviese. Estaba claro que aquella relación maestra-alumno era muy importante para ella, quién sabe si por los turbios acontecimientos de su pasado que le habían arrebatado un brazo y tal vez algo más.
Pero eso era un tema para otro momento. Con la tarde ya cayendo, la sensei se despidió de su alumno —no sin antes citarle a la mañana siguiente bien temprano, para continuar con sus lecciones— y comenzó a caminar, alejándose calle arriba, con una de las mangas de su uniforme de ninja agitándose, vacía, al son del viento vespertino.
—¡Así se habla, leñe! —alzó su tercio, brindando—. Por el Torneo. Que volvamos a casa con otro título bien merecido.
La comilona proseguiría durante un rato más, y si Takumi no rompía el silencio, esta vez la chūnin se concentraría en terminar de llenarse. Cuando sobre su bandeja reposaron tantos platos que parecían una improvisada torre, Junko pidió un fuerte té negro con hielo —"para la digestión", aseguró— y se recostó en su asiento a disfrutarlo. Hacía calor y una bebida fría como aquella entraba muy bien; además, el té era de importación, directamente de las Islas del Té. Cosa fina.
Pasada la hora del almuerzo, sensei y alumno abandonaron el restaurante. Junko parecía bastante contenta y, sobretodo, ansiosa por hacer que Takumi también lo estuviese. Estaba claro que aquella relación maestra-alumno era muy importante para ella, quién sabe si por los turbios acontecimientos de su pasado que le habían arrebatado un brazo y tal vez algo más.
Pero eso era un tema para otro momento. Con la tarde ya cayendo, la sensei se despidió de su alumno —no sin antes citarle a la mañana siguiente bien temprano, para continuar con sus lecciones— y comenzó a caminar, alejándose calle arriba, con una de las mangas de su uniforme de ninja agitándose, vacía, al son del viento vespertino.