1/06/2020, 00:13
¿Estaba nervioso? Quizás un poco. Pero a esas alturas, ya estaba seguro de que nadie se reiría de mi, ni de mi villa ni del uzukage. No al menos por mi culpa. Y esperaba que mis compañeros también dieran lo mejor en los combates que les quedaban.
Yo pensaba hacer lo mismo. Iba a salir ahí, e iba a darlo todo. No por la gloria, un poco por la fama sí, aunque la que buscaba era la fama de la forja. Pero sobretodo, salía a darlo todo por mí mismo. Para demostrarme que cada día estaba mas preparado para ir al hierro y salvar a los samuráis.
Me había plantado delante de criaturas que, en su forma original debían ser del tamaño de un edificio, que odiaban a los humanos por las atrocidades que habían cometido contra ellos, y les había dicho que peleasen junto a esos mismos humanos contra su propio hermano. Fuera lo fuerte que fuera mi rival, ni de coña daba tanto miedo como eso.
Además. Finalmente lo había hecho. Había forjado una nueva bandana para Kazuma. Una como la que había roto en el primer combate. Lo había hecho con buenas intenciones, y si los kusajin querían tomárselo como un insulto u ofensa, allá ellos.
Salí a la arena cuando el guardia así lo indicó. El Rasengan de Hana había destrozado mi Ugawi, pero había conseguido hacerme con otro igual: De color rojo y sin mangas, dejando a la vista el tatuaje de mi familia, y la bandana de Uzushiogakure. Así que estaba vestido igual que en mis anteriores combates.
Esta vez, ademas, sujeta en mi mano derecha, llevaba la bandana para darsela a mi rival antes de empezar el combate. Ella podría entregarsela a Kazuma, a su familia o quien pudiese.
Como en los anteriores, fui el primero en pisar el estadio, y como siempre, salude con una reverencia al publico y a los Kages después de situarme en la posición que me había indicado el guardia.
Yo pensaba hacer lo mismo. Iba a salir ahí, e iba a darlo todo. No por la gloria, un poco por la fama sí, aunque la que buscaba era la fama de la forja. Pero sobretodo, salía a darlo todo por mí mismo. Para demostrarme que cada día estaba mas preparado para ir al hierro y salvar a los samuráis.
Me había plantado delante de criaturas que, en su forma original debían ser del tamaño de un edificio, que odiaban a los humanos por las atrocidades que habían cometido contra ellos, y les había dicho que peleasen junto a esos mismos humanos contra su propio hermano. Fuera lo fuerte que fuera mi rival, ni de coña daba tanto miedo como eso.
Además. Finalmente lo había hecho. Había forjado una nueva bandana para Kazuma. Una como la que había roto en el primer combate. Lo había hecho con buenas intenciones, y si los kusajin querían tomárselo como un insulto u ofensa, allá ellos.
Salí a la arena cuando el guardia así lo indicó. El Rasengan de Hana había destrozado mi Ugawi, pero había conseguido hacerme con otro igual: De color rojo y sin mangas, dejando a la vista el tatuaje de mi familia, y la bandana de Uzushiogakure. Así que estaba vestido igual que en mis anteriores combates.
Esta vez, ademas, sujeta en mi mano derecha, llevaba la bandana para darsela a mi rival antes de empezar el combate. Ella podría entregarsela a Kazuma, a su familia o quien pudiese.
Como en los anteriores, fui el primero en pisar el estadio, y como siempre, salude con una reverencia al publico y a los Kages después de situarme en la posición que me había indicado el guardia.