1/06/2020, 21:49
(Última modificación: 8/06/2020, 18:47 por Hanamura Kazuma. Editado 1 vez en total.)
Al poco tiempo de iniciada la prueba, un grupo de asistentes se encargó de llevar a cada puesto de trabajo algo de comer: pan, queso, fruta, vino, agua y algunos caramelos. Aquella, sin duda, resultaría una cena frugal; pero para aquellos que la necesitaban venia como caída del cielo. Aun así, el cansancio por hambre se diferenciaba del cansancio por sueño. De pronto los martillos eran más pesados y las manos más torpes, los ojos eran menos precisos y la mente menos atenta a los errores.
Y mientras los participantes se debatían con una mano en la comida y la otra en la herramienta, entre las sombras del publico había quienes tenían la intención de desviar el curso de la competencia. Como es natural en esas gentes, la noche es su periodo de máxima actividad y la oscuridad su elemento; pues a diferencia de la bien iluminada plaza en que trabajaban los herreros, las gradas yacían en una penumbra densa.
—Ya estoy en el sitio, ¿ahora qué tengo que hacer? —comento la muchacha, mirando hacia la plaza, pero hablando, pareciese que sola y con la mano sobre la oreja—. ¿Solo eso? No lo pillo, pero si tú lo dices, está bien… ¿Cómo va lo otro?
Su voz era clara para quien estuviese más próximo, pues no parecía siquiera querer molestarse en ocultar sus palabras. Estuvo así unos instantes, luego miro hacia un lado y otro, verificando que nadie le estuviese viendo en aquel momento. Junto sus manos en una serie de torpes sellos, y comenzó a soplar alguna técnica de elemento viento que hacia vibrar el aire.
—¡Sensei, sensei! —exclamo agitado Kazuma mientras llegaba al sitio en que había dejado a Juro—. Disculpe, aquí estaba un joven hasta hace rato, ¿sabe a dónde fue?
Pero la persona a quien se dirigió estaba enfocada en como los herreros elegían sus materiales y preparaban las distintas decoraciones, no tenía manera de fijarse a donde iba sus vecinos de asiento.
Y mientras los participantes se debatían con una mano en la comida y la otra en la herramienta, entre las sombras del publico había quienes tenían la intención de desviar el curso de la competencia. Como es natural en esas gentes, la noche es su periodo de máxima actividad y la oscuridad su elemento; pues a diferencia de la bien iluminada plaza en que trabajaban los herreros, las gradas yacían en una penumbra densa.
—Ya estoy en el sitio, ¿ahora qué tengo que hacer? —comento la muchacha, mirando hacia la plaza, pero hablando, pareciese que sola y con la mano sobre la oreja—. ¿Solo eso? No lo pillo, pero si tú lo dices, está bien… ¿Cómo va lo otro?
Su voz era clara para quien estuviese más próximo, pues no parecía siquiera querer molestarse en ocultar sus palabras. Estuvo así unos instantes, luego miro hacia un lado y otro, verificando que nadie le estuviese viendo en aquel momento. Junto sus manos en una serie de torpes sellos, y comenzó a soplar alguna técnica de elemento viento que hacia vibrar el aire.
—¡Sensei, sensei! —exclamo agitado Kazuma mientras llegaba al sitio en que había dejado a Juro—. Disculpe, aquí estaba un joven hasta hace rato, ¿sabe a dónde fue?
Pero la persona a quien se dirigió estaba enfocada en como los herreros elegían sus materiales y preparaban las distintas decoraciones, no tenía manera de fijarse a donde iba sus vecinos de asiento.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)