3/06/2020, 01:18
En cuanto Ren abriese la puerta del estudio se daría cuenta de dos cosas. Primera, no había visto nunca el estudio, por lo que no tenía ni idea de como estaba distribuido y con la luz apagada era incapaz de orientarse. Segundo, la habitación en cuestión tenía un amplio ventanal en un lateral, que era donde entraba la mayor parte de luz natural, ahora infima. Era debatible si entraba más luz por ese ventanal que de la luz del pasillo.
Tan pronto como sus ojos se acostumbrasen a esa iluminación sería capaz de distinguir una figura bañada por la luz lunar. Reconocería su cabellera dorada, pues Hana se encontraba de espaldas a ella, reconocería una de sus orejas con lo que parecía un auricular, seguramente de las multiples llamadas que había hecho y recibido.
La chica estaba sentada en una silla de oficina con la cabeza apoyada sobre sus brazos y los ojos cerrados. Respiraba tranquilamente y tenía una expresión calmada. Lejos de los dos cientos ceños fruncidos que se había ganado Ren aquel día.
Entonces, antes de que Ren pudiese hacer o decir nada. Resonó un trueno tan extremadamente fuerte que Hana se despertó de golpe, intentando ponerse de pie y retroceder al mismo tiempo y solo consiguiendo caerse de culo con silla incluida.
— ¿¡Qué!? — exclamó antes de caer al suelo con la silla. — ¡Auch! Joder, mierda, me cago en todo.
Empezó a moverse lentamente para volver a ponerse en pie y alzar la silla, sin percatarse de su espectadora. Ren podría darse cuenta de que las manos le temblaban a la rubia por la decena de intentos que tuvo que hacer antes de conseguir levantar la silla.
— ¿Tor-tormenta? Justamente hoy... — se quejó nerviosa a Dios.
Tan pronto como sus ojos se acostumbrasen a esa iluminación sería capaz de distinguir una figura bañada por la luz lunar. Reconocería su cabellera dorada, pues Hana se encontraba de espaldas a ella, reconocería una de sus orejas con lo que parecía un auricular, seguramente de las multiples llamadas que había hecho y recibido.
La chica estaba sentada en una silla de oficina con la cabeza apoyada sobre sus brazos y los ojos cerrados. Respiraba tranquilamente y tenía una expresión calmada. Lejos de los dos cientos ceños fruncidos que se había ganado Ren aquel día.
Entonces, antes de que Ren pudiese hacer o decir nada. Resonó un trueno tan extremadamente fuerte que Hana se despertó de golpe, intentando ponerse de pie y retroceder al mismo tiempo y solo consiguiendo caerse de culo con silla incluida.
— ¿¡Qué!? — exclamó antes de caer al suelo con la silla. — ¡Auch! Joder, mierda, me cago en todo.
Empezó a moverse lentamente para volver a ponerse en pie y alzar la silla, sin percatarse de su espectadora. Ren podría darse cuenta de que las manos le temblaban a la rubia por la decena de intentos que tuvo que hacer antes de conseguir levantar la silla.
— ¿Tor-tormenta? Justamente hoy... — se quejó nerviosa a Dios.