6/06/2020, 03:56
—¡Deja cortar la carne, para romper el hueso! —Rugió.
La joven no perdió tiempo y clavó su espada en la espalda de Mono, haciendo que las fibras de esta cedieran y partiéndola por la mitad; había aplicado tanta fuerza que incluso la propia wakizashi quedó incrustada en el ring. «Como me pille de cerca me parte a la mitad, tengo que acabar rápido con esto.»
La genin de la Lluvia se ayudó de su espada para impulsarse hacia un lado, se arrodilló y tosió. El veneno hacía su efecto a la perfección. Se levantó, parecía que tenía dificultades para mantenerse de pie por la herida en sus piernas pero Takumi no iba a subestimarla. La espadachina, ahora despojada de su principal filo, sacó su bokken.
El kazejin ante esta situación sacó un par de kunais y ató con argénteos hilos de chakra a sendas manos. Los hilos comenzaron a flotar sobre su cabeza mientras él se ponía en una postura ofensiva y, en ese momento, los mismos hilos comenzaron a engrosarse lentamente. Con un movimiento de brazos, manos y dedos envió rápidamente sus hojas hacia su rival mientras giraban alrededor de un centro imaginario, como si de un remolino se tratara. De la misma manera que las anteriores veces a metro escaso de la amejin los kunais se abrirían a cada lado y, con un movimiento curvo, buscó pillarla por ambos flancos.
La joven no perdió tiempo y clavó su espada en la espalda de Mono, haciendo que las fibras de esta cedieran y partiéndola por la mitad; había aplicado tanta fuerza que incluso la propia wakizashi quedó incrustada en el ring. «Como me pille de cerca me parte a la mitad, tengo que acabar rápido con esto.»
La genin de la Lluvia se ayudó de su espada para impulsarse hacia un lado, se arrodilló y tosió. El veneno hacía su efecto a la perfección. Se levantó, parecía que tenía dificultades para mantenerse de pie por la herida en sus piernas pero Takumi no iba a subestimarla. La espadachina, ahora despojada de su principal filo, sacó su bokken.
El kazejin ante esta situación sacó un par de kunais y ató con argénteos hilos de chakra a sendas manos. Los hilos comenzaron a flotar sobre su cabeza mientras él se ponía en una postura ofensiva y, en ese momento, los mismos hilos comenzaron a engrosarse lentamente. Con un movimiento de brazos, manos y dedos envió rápidamente sus hojas hacia su rival mientras giraban alrededor de un centro imaginario, como si de un remolino se tratara. De la misma manera que las anteriores veces a metro escaso de la amejin los kunais se abrirían a cada lado y, con un movimiento curvo, buscó pillarla por ambos flancos.