8/06/2020, 21:22
No la estaba mirando, así que no era de extrañar que la hubiese cogido por sorpresa. La agarró de la muñeca y antes de que Hana pudiese siquiera parpadear, la tenía arrinconada contra la encimera. Sacandole una cabeza, era difícil que no pareciese amenazante para la más joven de las hermanas. Sin embargo, Hana no estaba asustada, estaba sorprendida y encandilada.
El brillo en los ojos azules de Ren la obligaba a mirarlos, fascinada, y sus labios parecían querer decir algo, algo que le costaba decir. Hana se quedó embobada pasando su mirada de ojos a labios lentamente y vuelta. La mano de Ren se puso en su barbilla y la obligó a mirarla a los ojos. La pobre chiquilla no pudo evitar que se le escapase el aliento, esperando algo por parte de su hermanastra. Algo que nunca llegaría.
La muy arpia se separó de ella con la misma rapidez con la que se había acercado, escabullendose con el zumo que había cogido de la nevera.
— Las mias que sean con sirope de fresa y nata. I-mo-u-to-chan
Se mordió el labio, dejando que aquello que había despertado Ren solo jugando se fuera, en su lugar entró de nuevo la ira, de la manita de la vergüenza. Ni siquiera le dijo nada, no. No había palabra u expresión para definir el remolino que sentía en su interior. Como la odiaba. Como se odiaba a sí misma por dejarse manejar con tanta facilidad por ella. ¡Es que la tonta era ella! ¡Sabía que Ren solo estaba jugando! Debería dejar que hiciese sus mierdas sin reaccionar, sin dejar que le afectase. ¡Parecía tonta! ¿Parecer? ¡Era tonta!
Empezó a mezclar todo en un bol usando su rabia como catalizador. Eso sí, si Ren se pensaba que le iba a dar lo que pedía, lo llevaba clarinete.
El brillo en los ojos azules de Ren la obligaba a mirarlos, fascinada, y sus labios parecían querer decir algo, algo que le costaba decir. Hana se quedó embobada pasando su mirada de ojos a labios lentamente y vuelta. La mano de Ren se puso en su barbilla y la obligó a mirarla a los ojos. La pobre chiquilla no pudo evitar que se le escapase el aliento, esperando algo por parte de su hermanastra. Algo que nunca llegaría.
La muy arpia se separó de ella con la misma rapidez con la que se había acercado, escabullendose con el zumo que había cogido de la nevera.
— Las mias que sean con sirope de fresa y nata. I-mo-u-to-chan
Se mordió el labio, dejando que aquello que había despertado Ren solo jugando se fuera, en su lugar entró de nuevo la ira, de la manita de la vergüenza. Ni siquiera le dijo nada, no. No había palabra u expresión para definir el remolino que sentía en su interior. Como la odiaba. Como se odiaba a sí misma por dejarse manejar con tanta facilidad por ella. ¡Es que la tonta era ella! ¡Sabía que Ren solo estaba jugando! Debería dejar que hiciese sus mierdas sin reaccionar, sin dejar que le afectase. ¡Parecía tonta! ¿Parecer? ¡Era tonta!
Empezó a mezclar todo en un bol usando su rabia como catalizador. Eso sí, si Ren se pensaba que le iba a dar lo que pedía, lo llevaba clarinete.