10/06/2020, 17:23
(Última modificación: 10/06/2020, 17:24 por Himura Hana.)
Hana observó como Ren se adelantaba, molesta con ella pero sin replicarle absolutamente nada. No pudo evitar sonreír. Había dentro de ella un equilibrio tenso entre lo bien que le sentaba esa superioridad sobre Ren y lo que echaba de menos aquella actitud chulesca de su hermanastra, pero la primera era nueva y la segunda aún estaba creciendo.
Cuando llegaron a la verja de la escuela, esta aún estaba cerrada. En el otro lado había una chica con gafas y pelo suelto marrón que miró a Ren de forma lastimera.
— No... no se puede pasar todavía, hasta... hasta dentro de media hora.
"Y eso es lo que pasa cuando vas tú delante." pensó Hana con todo su ego aplaudiendole por detrás.
— No te preocupes, Hogo-san. Viene conmigo. — aclaró la presidenta apareciendo por detrás de Ren.
— Oh, claro, Himura-san. Os abro. — abrió la verja lo justo para que ambas pasaran y una vez estuviesen dentro, volvería a cerrar. — Ai-chan te está buscando.
— Ya, ya me imagino, pero gracias por decirmelo. — finalmente, Hogo volvió a su puesto y Hana se giró a Ren. — ¿Vamos?
Era más bien una pregunta retorica, porque Hana emprendió la marcha esperando que Ren la siguiese como buen corderito obediente. Entrarían por la puerta principal sin problemas y podrían ir a las taquillas a cambiarse los zapatos. Entonces aparecería otra muchacha, que Ren podría imaginar que era otra de las subditas de su reina.
— ¡Hana-chan! — gritaría en la distancia para tirarse sobre Hana solo llegar a ella a abrazarla, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de la presidenta.
— Buenos días a ti tambien, Ai-chan. ¿Tienes eso que te pedí? — se paró un momento cuando se separó de ella, viendo su indumentaria. — Oh, ¿estás...? Ya sabes que puedes tomarte el día libre del consejo si lo necesitas.
Y es que esa chica, que apenas le sacaba media cabeza de altura a Hana y llevaba el pelo azulado recogido en dos coletas una a cada lado, llevaba pantalones. Exactamente los mismos pantalones que Ren había intentado llevar esa misma mañana. Y Hana no solo no la regaña, sino que se preocupa por ella.
— Me duele mucho, Hana-chan, ¿me das un besito para que me cure? — pidió con voz dulzona mientras se agarraba la parte baja del estomago.
— No, voy a revisar el papeleo. ¿Puedes enseñarle el club de kendo a Ren? Gracias, Ai-chan, te comprare una barrita de chocolate para compensarte.
Ni siquiera esperó a su respuesta, le dio un beso en la frente poniéndose de puntillas y se marchó escaleras arriba. Ai se quedó mirando por donde se iba su presidenta, para girarse a Ren después.
— ¿Se puede saber quien eres? ¡Una recien llegada pegadita a la presidenta! No sé qué esperas, pero el consejo no tiene ningún poder sobre las elecciones de los clubs. No va a poder enchufarte en Kendo, petarda, buscate otro hobby. — la aparentemente dulce Ai se transformó en una serpiente de primer nivel.
Se cruzó de brazos mirando a Ren como si fuese una plebeya de tercer nivel y ella la duquesa del colegio, porque el puesto de reina ya estaba cogido.
Cuando llegaron a la verja de la escuela, esta aún estaba cerrada. En el otro lado había una chica con gafas y pelo suelto marrón que miró a Ren de forma lastimera.
— No... no se puede pasar todavía, hasta... hasta dentro de media hora.
"Y eso es lo que pasa cuando vas tú delante." pensó Hana con todo su ego aplaudiendole por detrás.
— No te preocupes, Hogo-san. Viene conmigo. — aclaró la presidenta apareciendo por detrás de Ren.
— Oh, claro, Himura-san. Os abro. — abrió la verja lo justo para que ambas pasaran y una vez estuviesen dentro, volvería a cerrar. — Ai-chan te está buscando.
— Ya, ya me imagino, pero gracias por decirmelo. — finalmente, Hogo volvió a su puesto y Hana se giró a Ren. — ¿Vamos?
Era más bien una pregunta retorica, porque Hana emprendió la marcha esperando que Ren la siguiese como buen corderito obediente. Entrarían por la puerta principal sin problemas y podrían ir a las taquillas a cambiarse los zapatos. Entonces aparecería otra muchacha, que Ren podría imaginar que era otra de las subditas de su reina.
— ¡Hana-chan! — gritaría en la distancia para tirarse sobre Hana solo llegar a ella a abrazarla, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de la presidenta.
— Buenos días a ti tambien, Ai-chan. ¿Tienes eso que te pedí? — se paró un momento cuando se separó de ella, viendo su indumentaria. — Oh, ¿estás...? Ya sabes que puedes tomarte el día libre del consejo si lo necesitas.
Y es que esa chica, que apenas le sacaba media cabeza de altura a Hana y llevaba el pelo azulado recogido en dos coletas una a cada lado, llevaba pantalones. Exactamente los mismos pantalones que Ren había intentado llevar esa misma mañana. Y Hana no solo no la regaña, sino que se preocupa por ella.
— Me duele mucho, Hana-chan, ¿me das un besito para que me cure? — pidió con voz dulzona mientras se agarraba la parte baja del estomago.
— No, voy a revisar el papeleo. ¿Puedes enseñarle el club de kendo a Ren? Gracias, Ai-chan, te comprare una barrita de chocolate para compensarte.
Ni siquiera esperó a su respuesta, le dio un beso en la frente poniéndose de puntillas y se marchó escaleras arriba. Ai se quedó mirando por donde se iba su presidenta, para girarse a Ren después.
— ¿Se puede saber quien eres? ¡Una recien llegada pegadita a la presidenta! No sé qué esperas, pero el consejo no tiene ningún poder sobre las elecciones de los clubs. No va a poder enchufarte en Kendo, petarda, buscate otro hobby. — la aparentemente dulce Ai se transformó en una serpiente de primer nivel.
Se cruzó de brazos mirando a Ren como si fuese una plebeya de tercer nivel y ella la duquesa del colegio, porque el puesto de reina ya estaba cogido.