11/06/2020, 13:35
—Ahm… s-sí. N-n-nos encontramos. Tocando… tocando la flauta —respondió Ranko, aún más sonrojada incluso que la propia Ayame. Resultaba algo gracioso, pues la de Amegakure recordaba que la primera vez que se había encontrado con la de Kusagakure la había confundido con Eri por escucharla tocar la flauta precisamente—. Y-y… me invitó y… y… ¿estuvo mal? T-tal vez y-yo esté d-de más allí. E-en e-el Festival, digo. Di-disculpa a Eri-san, ¡n-no fue su i-intención n-ni la mía colarme!
—N... ¡N... No, no te estás colando en ningún sitio! —se apresuró a corregirla Ayame, antes de que aquellas ideas enraizaran en su cabeza—. E... es sólo que... también me crucé con Rōga y me contó lo mismo, y yo... no soy mucho de cantar en público —se rio, nerviosa.
Una nueva ironía, cuando muchas de sus técnicas de kunoichi utilizaban, precisamente, su voz para funcionar.
—Oye, creo que eso te quedaría bien —añadió, señalando los pantalones que había tomado Ranko y que ahora apretaba entre sus tensas manos.
—N... ¡N... No, no te estás colando en ningún sitio! —se apresuró a corregirla Ayame, antes de que aquellas ideas enraizaran en su cabeza—. E... es sólo que... también me crucé con Rōga y me contó lo mismo, y yo... no soy mucho de cantar en público —se rio, nerviosa.
Una nueva ironía, cuando muchas de sus técnicas de kunoichi utilizaban, precisamente, su voz para funcionar.
—Oye, creo que eso te quedaría bien —añadió, señalando los pantalones que había tomado Ranko y que ahora apretaba entre sus tensas manos.