12/06/2020, 19:13
—Creo que estamos de acuerdo, en que esto suena a problemas de pies a cabeza — Secundó lo dicho por la jovencita, acompañado de una coloquial y suave risa. —Si el motivo de que estemos aquí es justamente evitar una disputa, no dudo que quieran rematar con nosotros por los platos rotos. Realmente, no he tenido la fortuna o la desventura de lidiar con gente de alcurnia ni nada por el estilo, pero me gustaría tener fe en que con paciencia podremos salir indemnes sin ser víctimas de sus caprichos ---- Alzó una ceja en gesto cómplice para con la muchacha.
—Pero bueno, no me gustaría que nos escuchasen quejarnos y nos regañen antes de empezar a investigar. Será mejor no comentar nada de esto y tratar de llevarlo lo más posible. ¿Vamos? — Se hizo a un lado para que la kunoichi pudiese pasar por el portón para luego él mismo girarse sobre sus talones y caminar a su lado.
Ambos, pronto caminarían por el sendero empedrado, siendo que al llegar a la puerta el castaño observó una aldaba con forma de león sujetando un anillo, procediendo a tocar para llamar a los habitantes y alejándose unos pasos de inmediato.
No pasaría mucho tiempo, cuando el típico estereotipo de mayordomo alto en traje negro y blanco con todo y media calva incluida los recibiese.
—Bienvenidos sean, shinobi. Acompáñenme a la sala principal, los honorables herederos Tainan los estaban esperando —. indicó señalando con la palma de la mano y luego tomando él mismo la iniciativa para guiarlos.
Nao cerró y guardó su paraguas en el recibidor, además de secar sus botas en el tapete de la entrada con mucho cuidad. Seguirían pues, por una casa que derrochaba lujo por todos lados con piso de mármol y paredes blancas. El mayordomo abrió una puerta al final de aquel zaguán y entonces se encontrarían con el trío en cuestión. Uno tenía la cara larga y pelo lacio hasta los hombros, vistiendo tacuche grisáceo. La fémina por su lado tenía maquillaje en colores rosas, luciendo además un vestido ceñido blanco. El último tenía cabello corto y formal, con traje negro. Todos compartían ojos de color miel, además de cabelleras en tono rubio champagne. Se podría decir que rondaban los treinta medianos, aunque la dama de blanco se aprovechaba del maquillaje para aparentar unos diez años menos.
Se hallaban sentados entres sofá distintos dispuestos alrededor de una mesa de cristal cuadrada, volteando a ver a los genin recién llegados.
—¿Nos han mandado niños? — El primero en quejarse fue el de cabellera larga.
—No puedo creer que la aldea nos esté dando un trato como este. ¿Saben cuanto presupuesto y materia prima ha proveído nuestra familia para las investigaciones armamentísticas? — Continuó la fémina.
—¿Ustedes no pueden estar cinco minutos sin montar berrinche? — Se quejó el tercero, siendo que luego se puso de pié y caminó hasta los recién llegados. —Gracias por venir, soy Tainan Jukon y ellos son mis hermanos Tako y Hao — Señaló con la palma hacia arriba.
—Pero bueno, no me gustaría que nos escuchasen quejarnos y nos regañen antes de empezar a investigar. Será mejor no comentar nada de esto y tratar de llevarlo lo más posible. ¿Vamos? — Se hizo a un lado para que la kunoichi pudiese pasar por el portón para luego él mismo girarse sobre sus talones y caminar a su lado.
Ambos, pronto caminarían por el sendero empedrado, siendo que al llegar a la puerta el castaño observó una aldaba con forma de león sujetando un anillo, procediendo a tocar para llamar a los habitantes y alejándose unos pasos de inmediato.
No pasaría mucho tiempo, cuando el típico estereotipo de mayordomo alto en traje negro y blanco con todo y media calva incluida los recibiese.
—Bienvenidos sean, shinobi. Acompáñenme a la sala principal, los honorables herederos Tainan los estaban esperando —. indicó señalando con la palma de la mano y luego tomando él mismo la iniciativa para guiarlos.
Nao cerró y guardó su paraguas en el recibidor, además de secar sus botas en el tapete de la entrada con mucho cuidad. Seguirían pues, por una casa que derrochaba lujo por todos lados con piso de mármol y paredes blancas. El mayordomo abrió una puerta al final de aquel zaguán y entonces se encontrarían con el trío en cuestión. Uno tenía la cara larga y pelo lacio hasta los hombros, vistiendo tacuche grisáceo. La fémina por su lado tenía maquillaje en colores rosas, luciendo además un vestido ceñido blanco. El último tenía cabello corto y formal, con traje negro. Todos compartían ojos de color miel, además de cabelleras en tono rubio champagne. Se podría decir que rondaban los treinta medianos, aunque la dama de blanco se aprovechaba del maquillaje para aparentar unos diez años menos.
Se hallaban sentados entres sofá distintos dispuestos alrededor de una mesa de cristal cuadrada, volteando a ver a los genin recién llegados.
—¿Nos han mandado niños? — El primero en quejarse fue el de cabellera larga.
—No puedo creer que la aldea nos esté dando un trato como este. ¿Saben cuanto presupuesto y materia prima ha proveído nuestra familia para las investigaciones armamentísticas? — Continuó la fémina.
—¿Ustedes no pueden estar cinco minutos sin montar berrinche? — Se quejó el tercero, siendo que luego se puso de pié y caminó hasta los recién llegados. —Gracias por venir, soy Tainan Jukon y ellos son mis hermanos Tako y Hao — Señaló con la palma hacia arriba.