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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Caminando por un barrio acaudalado de la aldea, iba un chico caminando con andar cadencioso. Sin embargo, él no era para nada parte de los residentes de aquel lugar. Sus ojos penetrantes buscaban una dirección en específico, amparado bajo la sombra de un paraguas negro. «Así que la primera misión... Supongo que por algún lado se tiene que empezar» Aunque de por sí el asunto lucía algo problemático y peculiar.

Era su primera misión, aunque se le había asignado a alguien más con quién cooperar para aquel trabajo. «Me pregunto si nos podremos llevar bien.» Pieza fundamental para lograr un trabajo en equipo efectivo. Era una misión aparentemente sencilla, pero tenía un leve presentimiento de que quizá las cosas no eran lo que parecían. Sin embargo, hasta no llegar no podría evaluar que tan complejo sería el trabajo.

Finalmente logró divisar su objetivo: Una enorme casona de diseño moderno cuya entrada estaba cercada por una reja metálica de picos afilados. Tenía un pequeño jardín con plantas verdes, dándose el pequeño lujo de tenerlo para adorno personal. La puerta de la reja estaba abierta, tras lo cual había un zigzagueante camino empedrado hasta llegar al acceso principal de la mansión. Sin embargo, él no entraría por su cuenta hasta haberse encontrado con la persona que habría de ser su colaborador efectivo. ¿Quién sería? Él recibió por la mañana el pergamino con las instrucciones para el trabajo, por lo que intuía su colega también se habría enterado de la misma manera. Buscaría con la mirada, o bien, esperaría. «Quizá sea interesante.» Mantendría su rostro oculto bajo el paraguas, dejando ver únicamente su sonrisa.



(D) Lo que ocultan los muros


Publicada en: Ame
Rango recomendado: Genin
Nivel recomendado: -
Solicitante: Tainan Hao, Tainan Tako, Tainan Jukon
Lugar: Mansión Tainan

Recientemente, el acaudalado Tainan Urogaki falleció a sus noventa y nueve años. Sin embargo, la ausencia de documentos sobre su última voluntad ha dejado un caso de intestado por el cuál sus dos hijos varones Hao y Jukon, además de la señorita Tako, iniciaron una disputa al no hallar testamento tangible por ningún lado. Para asegurarse de que no exista ninguna jugada tramposa por parte de nadie para manipular el contenido del escrito, se ha solicitado al menos a una pareja de ninjas para que investiguen y encuentren el testamento del señor de Urogaki que está oculto en algún sitio de la residencia de la familia, por solicitud expresa del trío de hermanos. Se adjuntan las indicaciones para llegar, debiendo presentarse los shinobi a las nueve de la mañana en la mansión Tainan.
#2

Esta misión no la cobrare

Buenos dias por la mañana — dijo una somnolienta Ren, cruzando el marco de la puerta que separaba el local del hogar, para sentarse en un taburete con un pijama azulado lleno de caras de conejitos.

Vaya, justo...

En el momento acertado — añadió Oda, para extenderle con la mano un pequeño pergamino.

¿Eh? ¿Y esto? ¿Me ha tocado algo en un concurso? — cogió el pergamino, y cuando vió la letra que lo envolvía, arrugó el rostro; ya le habían jodido los planes de aquel día, que iban a ser comer y dormir.

Nanashi ya le estaba preparando varios desayunos para cada uno de los presentes, todavía faltaba una media hora para que abriera el local; pero Oda se pasaba la vida en él y al ser viejos conocidos, tenía pase VIP; y a Ren al fin y al cabo, planeaba llamarla en cuanto acabara. Había sido el propio Nanashi quien recibió el pergamino en la puerta por un repartidor mientras guardaba otras cajas traídos por otros repartidores pero estos destinados al tráfico de alimentos.

Ren bostezó y gruño suavemente, mientras desayunaba; a lo que ambos adultos se limitaban a responder con un bufido y una sonrisa.

· · ·

La residencia Tainan... — tras cruzar varias calles a lo largo y ancho de Amegakure, pudo divisar su destino. Una enorme verja adornaba la entrada, con afilados y puntiagudos picos coronándola. — Ugh... Algo me dice que no me va a gustar este encargo; los ricos siempre son presuntuosos y molestos.

Al lado de la entrada, parecía esperar alguien; puede que fuera su compañero para esta misión como detallaba en el pergamino, o en su lugar el portero que esperaba a que llegaran los dos genins a cargo de la misión. En cualquier caso, no presentarse sería de muy mala educación.

¡Buenos dias! Me llamo Ren, Himura Ren — dijo con una sonrisa bajo la capucha de su sudadera de color pálido, que ocultaba su pelo.
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#3
Al ver a alguien acercarse, el joven decidió caminar a su encuentro para corroborar la identidad de la persona. Pese a que estaba encapuchada, en su cuello podía divisar la bandana de la aldea, confirmando su identidad. Al escuchar el saludo el muchacho levantó su paraguas dejando ver una sonrisa calmada y unos afilados ojos que pese a su color rojizo oscuro, no denotaban agresividad sino más bien serenidad.

—Buenos días, Himura-san — Hizo una reverencia con un ángulo de inclinación perfecto como en los manuales de etiqueta. —Mi nombre es Akamatsu Nao, pero puede llamarme sólo por mi apellido sin necesidad de honoríficos — Se irguió tras decir eso, manteniendo el temple sereno.

Pasó el paraguas de una mano a otra, tomando el pincel que llevaba tras la oreja. «Creo, que tenemos casi la misma edad.»

—Antes que nada... Sólo quería aclarar, que esta es mi primera misión — Se encogió de hombros y cerró los ojos al sonreír. —No sé si tendrá más experiencia que yo o algo, pero al menos me disculpo de antemano si meto la pata en algún momento. Le pido por favor, que no tenga pena en decirme nada. Trataré de dar mi mejor esfuerzo para cumplir de la mejor manera posible — Inmediatamente, mordió suavemente el extremo del pincel.

El joven no quería dar una mala impresión, además que no conocía de forma cercana a prácticamente ningún otro shinobi de la aldea.
#4
Oh, no te preocupes — dijo la joven encapuchada, sacando una de las manos del bolsillo que tenía a la altura del abdomen, agitándola de un lado a otro en señal de tranquilidad. — Se supone que se trata de una misión sencilla; aunque sinceramente por lo que he leído, hubiera preferido que no nos la hubieran encomendado a nosotros. Quiero decir; no correremos mucho peligro, pero este tipo de gente... Suele pelearse hasta por el más mínimo ryo y ser de lo más ruin...

Torció la mirada para observar los jardines y más al fondo, la mansión.

«Vaya, esta vez no soy yo la novata. Bueno, aunque solo he hecho una o dos misiones más, tampoco es que sea precisamente una "experimentada" en dicho campo»
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#5
—Creo que estamos de acuerdo, en que esto suena a problemas de pies a cabeza — Secundó lo dicho por la jovencita, acompañado de una coloquial y suave risa. —Si el motivo de que estemos aquí es justamente evitar una disputa, no dudo que quieran rematar con nosotros por los platos rotos. Realmente, no he tenido la fortuna o la desventura de lidiar con gente de alcurnia ni nada por el estilo, pero me gustaría tener fe en que con paciencia podremos salir indemnes sin ser víctimas de sus caprichos ---- Alzó una ceja en gesto cómplice para con la muchacha.

—Pero bueno, no me gustaría que nos escuchasen quejarnos y nos regañen antes de empezar a investigar. Será mejor no comentar nada de esto y tratar de llevarlo lo más posible. ¿Vamos? — Se hizo a un lado para que la kunoichi pudiese pasar por el portón para luego él mismo girarse sobre sus talones y caminar a su lado.

Ambos, pronto caminarían por el sendero empedrado, siendo que al llegar a la puerta el castaño observó una aldaba con forma de león sujetando un anillo, procediendo a tocar para llamar a los habitantes y alejándose unos pasos de inmediato.

No pasaría mucho tiempo, cuando el típico estereotipo de mayordomo alto en traje negro y blanco con todo y media calva incluida los recibiese.

—Bienvenidos sean, shinobi. Acompáñenme a la sala principal, los honorables herederos Tainan los estaban esperando —. indicó señalando con la palma de la mano y luego tomando él mismo la iniciativa para guiarlos.

Nao cerró y guardó su paraguas en el recibidor, además de secar sus botas en el tapete de la entrada con mucho cuidad. Seguirían pues, por una casa que derrochaba lujo por todos lados con piso de mármol y paredes blancas. El mayordomo abrió una puerta al final de aquel zaguán y entonces se encontrarían con el trío en cuestión. Uno tenía la cara larga y pelo lacio hasta los hombros, vistiendo tacuche grisáceo. La fémina por su lado tenía maquillaje en colores rosas, luciendo además un vestido ceñido blanco. El último tenía cabello corto y formal, con traje negro. Todos compartían ojos de color miel, además de cabelleras en tono rubio champagne. Se podría decir que rondaban los treinta medianos, aunque la dama de blanco se aprovechaba del maquillaje para aparentar unos diez años menos.

Se hallaban sentados entres sofá distintos dispuestos alrededor de una mesa de cristal cuadrada, volteando a ver a los genin recién llegados.

—¿Nos han mandado niños? — El primero en quejarse fue el de cabellera larga.

—No puedo creer que la aldea nos esté dando un trato como este. ¿Saben cuanto presupuesto y materia prima ha proveído nuestra familia para las investigaciones armamentísticas? — Continuó la fémina.

—¿Ustedes no pueden estar cinco minutos sin montar berrinche? — Se quejó el tercero, siendo que luego se puso de pié y caminó hasta los recién llegados. —Gracias por venir, soy Tainan Jukon y ellos son mis hermanos Tako y Hao — Señaló con la palma hacia arriba.
#6
—Pero bueno, no me gustaría que nos escuchasen quejarnos y nos regañen antes de empezar a investigar. Será mejor no comentar nada de esto y tratar de llevarlo lo más posible. ¿Vamos? —

Tienes razón; además a lo mejor me estoy equivocando y no son unos malcriados.

· · ·

—¿Nos han mandado niños? — El primero en quejarse fue el de cabellera larga.

—No puedo creer que la aldea nos esté dando un trato como este. ¿Saben cuanto presupuesto y materia prima ha proveído nuestra familia para las investigaciones armamentísticas? — Continuó la fémina.

—¿Ustedes no pueden estar cinco minutos sin montar berrinche? — Se quejó el tercero, siendo que luego se puso de pié y caminó hasta los recién llegados. —Gracias por venir, soy Tainan Jukon y ellos son mis hermanos Tako y Hao — Señaló con la palma hacia arriba.


Deseaba haberse equivocado con toda su alma; pero debía comportarse, y mantener el porte. Como dijo la mujer, la familia parecía haber aportado grandes cantidades de dinero a la villa, y romper su conformidad por culpa de un par de genins que ellos tacharían de maleducados en el momento; por lo que seguramente no tendrían ninguna capacidad para defenderse frente a semejante acusación.

H-Hola a usted también, señor Tainan. M-Mi mas sincero pésame por su perdida — añadió con una suave reverencia, antes de presentarse. — Me llamo Himura Ren, y él es mi compañero, Akamatsu Nao — dijo extendiendo con suavidad una mano hacia el otro shinobi. — En la nota decía que buscáramos... ¿El testamento sobre la herencia? — giró la cabeza hacia Nao, buscando confirmar lo que había dicho.
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#7
Ante las palabras de su compañera, el muchacho simplemente se limitó a hacer otro reverencia al ser presentado y asentir con la cabeza ante las palabras de su compañera. «Ciertamente son unos cretinos, pero si nuestro trabajo es buscar espero no tengamos que lidiar con sus carotas engreídas por mucho tiempo.» Pensaba mientras por fuera mantenía la sonrisa amable. Retiró el pincel de sus labios para poder hablar, dirigiéndose a aquel que tenían enfrente.

—Nos gustaría saber si su padre -que en paz descanse-, dejó alguna instrucción adicional que nos diera indicios de dónde podría localizarse — Complementó a las palabras de su compañera.

El hombre entrelazó las manos tras su espalda y se dió la vuelta caminando hasta la mesa de cristal. Los otros dos hermanos, se levantaron de sus asientos y también se pararon delante de la mesa de cristal. El de cabellos cortos se giró de nuevo hacia los genin, siendo que ahora los tres les observaban con semblantes serios.

—Sabemos, que nuestro padre aparentemente escondió el testamento con ayuda de un shinobi desconocido. Nosotros revisamos de pies a cabeza la casa, pero no lo encontramos. Lo único que tenemos es este pergamino con un acertijo — Soltó de pronto el de traje gris, dándose la vuelta para tomar el rollo de la mesa, extendiéndolo a los dos genin.

«¿Otro shinobi? Esto huele a problemas.» No pudo evitar arquear una ceja con escepticismo. Tomó la iniciativa para tomarlo y abrirlo de manera que su compañera también lo viese, sólo para abrir los ojos cómo platos. «No puede ser.» Una frase estaba inscrita: Lo que buscan está escondido donde los pasillos no tienen fin, jaja saludos. Independientemente del sentido del humor de aquel que dejó el mensaje, lo que llamaba la atención realmente era lo de abajo: un conjunto de símbolos que si bien alguien podría considerar sin sentido, fácilmente podían ser identificados por un practicante de fūinjutsu como las fórmulas de algo.

—Disculpe mi intromisión, pero me gustaría preguntar. ¿No es posible llamar al ninja que realizó este trabajo para que les diga dónde está el testamento? — Dijo mientras volvía a colocar de forma horizontal el pincel entre sus dientes, ojeando lo más que podía el pergamino.

—No tenemos ni idea. Padre lo hizo sin consultarnos nada, ninguno de los sirvientes sabe quién fue el responsable de esta treta — Se encogió de hombros. —Únicamente sabemos de él por lo que nos dijo el mayordomo.

El mayordomo, quién había estado silente hasta hace poco al lado de la puerta, tosió un poco.

—Urogaki-sama me comunicó su última voluntad entregándome ese pergamino. Yo no tenía idea tampoco de su existencia hasta que estaba en su lecho de muerte. El señor padecía ya de pérdida de la memoria y distintos delirios por su edad, por lo que nadie imaginó que preparase algo como esto. ¡Apenas comía ya en sus últimos días! Simplemente, me señaló con la mano, siendo que lo tuvo guardado todo este tiempo en su mesa de noche.

—¡No nos consultó nada! Ni siquiera nos permitió asesorarlo en esto, ¡nos hubiésemos ahorrado muchos problemas!

La mujer, de pronto se giró y abofeteó al de melena larga.

—¡¿Tan poco respeto tienes que lo único que te importa ahora es eso?!
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#8
La joven kunoichi no pudo evitar soltar un bufido por el último comentario del pergamino; al menos tuvo cuidado y se tapó la boca con discreción. "¿Donde los pasillos no tienen fin?" ¿Qué clase de pista de mierda era esa? A lo mejor con el tiempo, caminando por toda la mansión, a uno de los dos se le ocurría donde podría ser. Pero por su mente solo pasaba la idea de un bigotudo corriendo sin conseguir nada por unas escaleras, intentando alcanzar un cuadro con semblante macabro.

En estos casos, el culpable siempre es el mayordomo; aunque eso solía ser cuando había un asesinato ¿Aquí también se aplicaría aquella regla? No había visto ni leído mucha novela policiaca pero ¿Quién es el guapo que se niega a gritar en una sala llena de gente "¡Fue el mayordomo, el lo hizo!". Aunque primero necesitaban pruebas, y antes de eso, que hubiera un asesinato; y no había ninguna de las dos cosas por lo que sus pensamientos no dejaban de bailar de un lado a otro; hasta que un sonoro bofetón la devolvío a la realidad. Que ya podría haber llegado a ser para ella.

Uuhm... ¿Nos vamos nosotros por nuestra cuenta a investigar? Al menos así no tenemos que aguantarlos más... — susurró a su compañero, poniendo una mano delante.
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#9
¡No podemos irnos así como así! Dijo un poco exaltado pero siempre manteniendo la voz baja. La verdad, a él también le encantaba la idea de no tener que verles más las caras a aquella bola de ricachones, pero aún tenía demasiadas preguntas por hacer.

—¿Respeto? Cómo si tú tampoco estuvieses interesada en el dinero, ¡bruja! — Se llevó la mano a la mejilla. —¿Modales? Más bien hipocresía. No mentiré para quedar bien con nadie, y aunque realmente apreciaba al viejo, deseo hallar el documento lo antes posibles para que ustedes dos par de arpías no rapiñen con lo que hay en esta casa. Quiero que todo sea justo — Bufó pro la nariz.

—¡Eres un sinvergüenza!— Quiso pegarle de nuevo, pero se refrenó al ver como el otro usaba sus brazos como escudo. —Cobarde.

Sin embargo, pero para su muy mala suerte, la discusión continuaba y no parecía que hubiese más lugar para que él pudiese levantar la mano para opinar siquiera.

—¿Dijeron algo? — Llamó la de los genin atención el mayordomo.

—¡Nada, nada! — Respondió de inmediato alzando la mano y negando rápidamente con la cabeza. —Sólo, sólo que mi estimada compañera y yo deseábamos poder empezar con la investigación lo antes posible —. Se excusó.

—Deben excusarlos, shinobi — Caminó hasta ellos el de pelo corto. —Por ahora, pueden ir a inspeccionar lo que necesiten. Tienen carta libre para ir a cualquier rincón de la mansión, contamos con ustedes — Hizo una reverencia a manera de disculpa.

—E-entendido — Hizo una leve reverencia, ya no sabía ni que ocurría ahí.
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#10
Imitó el mismo movimiento que su compañero, y se dirigió a la puerta que los llevaría de vuelta a la entrada esperando que el le siguiera; tras cerrar esta a la espalda de ambos, suspiraría profundamente encorvandose.

Dios santo... — Ren parecía completamente derrotada, como si el expreso de las 9 de Amegakure la hubiera arrollado y lanzado varios metros contra una pared metálica. Quiso replicar sobre aquella gentuza, pero aunque estuvieran en otra sala, no sería el momento de hacerlo, a lo mejor uno de ellos acababa teniendo el fino oído de un felino. — En fin, intentemos centrarnos en la misión, supongo. Antes de que me dé por tirar algún caro jarrón para des estresarme y me endeude de por vida... — se acarició con dos dedos la parte inicial del tabique nasal, mientras funcia el ceño.

¿Cómo era el acertijo? ¿Pasillos infinitos? — realmente intentó centrarse, pero todavía tenía algo de nervios en su cuerpo.
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#11
—Supongo ...— Secundó las palabras iniciales de su compañera, soltando a la vez un largo y tendido suspiro. —Acá está — Volvió a enseñarle el pergamino donde en efecto, estaba escrita aquella frase. —Pero fíjate bien en lo de abajo — Recalcó los extraños patrones en la parte baja siendo que era alguna clase de octograma raro con figuras de ¿ratas? en él.

»Me preocupa demasiado, que quién lo haya escondido fuese un ninja. Y estos símbolos, no son casualidad. No soy un experto ni nada en la materia pero, creo saber los suficiente en fūinjutsu para suponer que esto parece una llave de alguna fórmula de sello.

El castaño usó su lengua para deslizar el pincel entre sus labios, cambiándolo de lado mientras le daba vueltas arriba y abajo al pergamino.

—Aunque yo tampoco tengo idea de a qué se refiere con eso de pasillos infinitos. Digo, ¿ves esto? Casi parece que el tipo lo hizo a propósito para fastidiar al que tuviera que buscarlo — Refunfuñó. —¿Alguna idea de dónde empezar a buscar? — Ladeó la cabeza para ver a la chica.
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#12
Cruzada de brazos, volvió a observar el papiro. ¿Ratas? Realmente daban el pase y tampoco tenían ninguna otra pista; por lo que aunque fuera una pista falsa, era mejor que ninguna.

Si se trató de un ninja quien le ayudo, opino igual, seguro que esos símbolos no están en este papel porque sí — volvió a bufar al leer la última frase del pergamino, otra vez.

—Aunque yo tampoco tengo idea de a qué se refiere con eso de pasillos infinitos. Digo, ¿ves esto? Casi parece que el tipo lo hizo a propósito para fastidiar al que tuviera que buscarlo — Refunfuñó. —¿Alguna idea de dónde empezar a buscar? —

Uuuuhm... ¿Nos dedicamos a mirar los pasillos de la mansión? — dijo un poco a la ligera, cruzada de brazos mirando al techo. — Tsss... Si además era un experto en fuinjutsu nos puede llevar todo el día... ¿Conductos de ventilación o alguna mierda así? Quiero decir, por ahí se pueden colar las "ratas"... ¿No?

Aunque para ella las auténticas ratas estaban tras la puerta de la sala que habían abandonado.
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#13
—¿Sabe? Me ha dado una gran idea con eso que ha dicho— Sonrió mientras de pronto empezaba a caminar por el pasillo nuevamente. —No tenemos pista alguna, pero no podemos descartar ninguna posibilidad bien como dices, así sea en los conductos de ventilación.

Tras husmear un poco por los corredores, buscó con la mirada algún sitio alto o reja que le indicara que por ahí fluía el aire. En cuanto logró localizar uno, se recostó en una pared, dejándose caer lentamente para sentarse y sacándose el bendito pincel de la boca mientras tomaba un pergamino de la espalda. —Por algún lado había que empezar —. De inmediato, empezó a dibujar varios ratones en el pergamino, sólo para que al terminar de la nada de pronto estos cobrasen vida, brincando del papel y corriendo a escabullirse por el primer rincón que encontrasen.

—Ahora sólo nos toca a nosotros revisar los pasillos de la mansión — Sonrió alzando la vista mientras esperaba la respuesta de su compañera.
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#14
Nao parecío haber pensado en algo después de todas las tonterías que Ren soltaba sin ton ni són por segundo; que era un ritmo bastante alto la verdad. Llegaron a uno de los pasillos de la mansión y el joven se apoyó en una pared mientras se dejaba caer deslizandosé, para sacar un pergamino y coger el pince que llevaba en la boca. Comenzó entonces a dibujar, y la joven no pudo evitar acercarse a su lado, inclinándose llena de curiosidad.

«¿Querrá ir apuntando lo que se nos vaya viniendo por la cabeza, un mapa de la casa, o apuntar los pasillos?» pero poco a poco fue tomando forma la tinta sobre el papel; se trataba de unos pequeños ratones. Supuso entonces que sería para apuntar lo que habían visto en el pergamino, pero en un instante, saltaron del papel y se dispersaron con rapidez a lo largo y ancho del pasillo.

—Ahora sólo nos toca a nosotros revisar los pasillos de la mansión —

¡W-Woah! ¡¿Que ha sido eso?! ¡¿Tienes un pincel mágico que da vida a lo que dibujas?! — exclamó sorprendida con los ojos abiertos de par en par.

Claro, el pincel mágico era sin duda alguna la mejor explicación a aquel acontecimiento para ella, que una de las especialidades que enseñaron y mostraron en la academia, de la cual ella parecía no acordarse, esa no era una respuesta lógica.
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#15
El castaño rió suavemente ante la exclamación de su compañera. Sin embargo, ¿que tanta diferencia había entre los poderes de un ninja y la magia de los cuentos? Aunque el truco no estaba en el pincel como tal, sino más bien en la persona. Aún así, en lugar de explicarlo, le parecía más llamativa la idea de mantenerlo como un misterio para con la inocencia de la jovencita.

—Sí y no — Continuó riendo un poco mientras se colocaba en pie. —Aunque esa afirmación no ha estado demasiado lejos de la realidad — Se puso nuevamente en pie, colocándose el pincel en la boca y sacudiéndose el polvo de las posaderas, aunque en el piso de la mansión casi no había una mota de suciedad. —Mis pequeñines se encargarán de revisar todos los ductos, mientras nosotros deberíamos separarnos para investigar más de la mansión.

Tomo entonces, el pergamino con el acertijo y se lo tendió a Ren.

—Creo que sería bueno que usted se quedase con esto — Dijo mientras se acomodaba el fleco con la otra mano. —Yo no he logrado descubrir nada más relevante en él, pero si encuentra algo que luzca mínimamente como una pista podrá disponer de él para revisar. ¿Está de acuerdo? — Cerró los ojos y ladeó un poco la cabeza al sonreír.
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