14/06/2020, 19:54
—Y-yo… Yo tampoco… —respondió Ranko—. C-creo que tampoco me animaría a tocar en público. Aunque pude hacerlo… M-momentáneamente, cuando me topé con Eri-san. T-tal vez podríamos practicarlo. I-imagino lo insistente que puede ser Rōga-san.
Ayame soltó una risilla entre dientes, divertida.
—En realidad... la que insistió aquel día fue Eri, precisamente —confesó—. No tenía un compañero para que actuara con ella así que... terminé accediendo —A regañadientes, cabe decir.
Y ahora se había difundido la voz, y parecía que más personas querían apuntarse para el siguiente.
Ranko parecía haber encontrado algo de su interés: unos pantalones cortos de color rosado con bordes blancos que convergían en los laterales y ascendían hasta los costados, donde terminaban en un cordón.
—Oh. Oh, s-sí. Creo que podría probarlo…
—¡Ese es muy bonito! Seguro que te queda muy bien.
—Ayame-san también busca algo corto, ¿no? Mmm… ¿Hace mucho calor en Amegakure? E-e-es solo curiosidad… N-no me lo imagino. Digo, por la lluvia.
Ayame, que en aquellos instantes le estaba echando un ojo a una falda de color púrpura con tres aberturas (una por delante y dos por los laterales) que se ajustaba a la cadera, se detuvo momentáneamente, pensativa.
—La verdad es que muy rara vez sale el sol. De hecho, entre nuestras gentes es un mal augurio. Así que los días son más bien húmedos y frescos, en el mejor de los casos. Y yo soy bastante friolera, así que prácticamente no empecé a vestir cosas de manga corta hasta que empecé a viajar por el resto de Ōnindo.
Ayame soltó una risilla entre dientes, divertida.
—En realidad... la que insistió aquel día fue Eri, precisamente —confesó—. No tenía un compañero para que actuara con ella así que... terminé accediendo —A regañadientes, cabe decir.
Y ahora se había difundido la voz, y parecía que más personas querían apuntarse para el siguiente.
Ranko parecía haber encontrado algo de su interés: unos pantalones cortos de color rosado con bordes blancos que convergían en los laterales y ascendían hasta los costados, donde terminaban en un cordón.
—Oh. Oh, s-sí. Creo que podría probarlo…
—¡Ese es muy bonito! Seguro que te queda muy bien.
—Ayame-san también busca algo corto, ¿no? Mmm… ¿Hace mucho calor en Amegakure? E-e-es solo curiosidad… N-no me lo imagino. Digo, por la lluvia.
Ayame, que en aquellos instantes le estaba echando un ojo a una falda de color púrpura con tres aberturas (una por delante y dos por los laterales) que se ajustaba a la cadera, se detuvo momentáneamente, pensativa.
—La verdad es que muy rara vez sale el sol. De hecho, entre nuestras gentes es un mal augurio. Así que los días son más bien húmedos y frescos, en el mejor de los casos. Y yo soy bastante friolera, así que prácticamente no empecé a vestir cosas de manga corta hasta que empecé a viajar por el resto de Ōnindo.