15/06/2020, 17:01
Parecía que aquella pelirroja Uzujin era bastante convincente. Se preguntó si Eri lograría arrastrarlas al escenario. Se imaginó a Eri y a Rōga empujándolas insistentemente para que participaran, aunque luego, justo antes de estallar en llanto de la pena, lograrían hacer una actuación de maravilla, como en los mangas.
Tardó un segundo más en regresar a aquella tienda, justo a tiempo para escuchar a Ayame. Lluvia perpetua, sol de mal agüero. Le parecía recordar que la chica ya había descrito Amegakure la vez anterior, mas no dejaba de sorprender a Ranko.
—C-creo que lo que me molesta a mí es el calor seco, no húmedo como en el bosque —Frunció los labios mientras recordaba viajar por el desierto del País del Viento hacía un tiempo —. E-el frío no me molesta t-tanto —Esta vez pensó en Yukio y una larga espera vestida en un elegante kimono. Una espera en vano.
Se topó con otros pantalones cortos, a medio muslo, pero de un verde oscuro. Era sencillo, y en cuestión de adornos no tenía más que una pequeña flor lima cerca del borde de la pierna izquierda. Ranko lo tomó también, para intentar otro color.
—Y... y ¿cuándo e-es ese Festival? —No sabía si le daba más pena a ella o a Ayame hablar de aquello, pero sentía que debía hacerlo. La mitad de su corazón se acobardaba y la otra mitad insistía en que era una prueba de valor. Tenía que informarse bien sobre el evento, al menos.
Tardó un segundo más en regresar a aquella tienda, justo a tiempo para escuchar a Ayame. Lluvia perpetua, sol de mal agüero. Le parecía recordar que la chica ya había descrito Amegakure la vez anterior, mas no dejaba de sorprender a Ranko.
—C-creo que lo que me molesta a mí es el calor seco, no húmedo como en el bosque —Frunció los labios mientras recordaba viajar por el desierto del País del Viento hacía un tiempo —. E-el frío no me molesta t-tanto —Esta vez pensó en Yukio y una larga espera vestida en un elegante kimono. Una espera en vano.
Se topó con otros pantalones cortos, a medio muslo, pero de un verde oscuro. Era sencillo, y en cuestión de adornos no tenía más que una pequeña flor lima cerca del borde de la pierna izquierda. Ranko lo tomó también, para intentar otro color.
—Y... y ¿cuándo e-es ese Festival? —No sabía si le daba más pena a ella o a Ayame hablar de aquello, pero sentía que debía hacerlo. La mitad de su corazón se acobardaba y la otra mitad insistía en que era una prueba de valor. Tenía que informarse bien sobre el evento, al menos.
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