16/06/2020, 18:53
—Ooooh. ¡Desde luego! —Respondió con emoción, ¿tal vez le interesaban los rituales sintoístas? —¡Ah, casi se me olvidaba! —Se inclinó como si de una reverencia se tratara. —¡Siento mucho lo de tu marioneta! ¡N-No quería romperla! Bueno en verdad si, pero no. Quiero decir ¡Era lo único que podía hacer en el combate! Espero que no haberme excedido...
—No te preocupes por eso, —Dijo medio riéndose. —era un combate y las marionetas son mis armas, lo normal es que acaben dañadas. Así que tranquila que se puede reparar sin problemas, además podía haber sido peor, en mi primer combate dejaron a Mono hecho un montón de astillas.
Le comenzaba a sorprender la actitud de la gente frente a las marionetas, la kusajin también se disculpó por destrozarla. Vale que fuera una obra de artesanía pero su fin era la lucha, un buen marionetista no puede apegarse a sus armas. Si resultan dañadas y te vienes abajo eso sólo sería una ventaja para el rival.
Mientras las miko se habían colocado frente a un altar en una plataforma elevada, encendiendo incienso y sacando unos palos de cascabeles de entre sus ropajes, parecían disponerse a realizar algún tipo de danza ritual. Sus guardianes se colocaron a la entrada del altar, impidiendo que los espectadores pudieran interferir en el rito, pero dejando suficiente visibilidad pues sabían que aquello era un espectáculo que los turistas apreciaban ver.
—No te preocupes por eso, —Dijo medio riéndose. —era un combate y las marionetas son mis armas, lo normal es que acaben dañadas. Así que tranquila que se puede reparar sin problemas, además podía haber sido peor, en mi primer combate dejaron a Mono hecho un montón de astillas.
Le comenzaba a sorprender la actitud de la gente frente a las marionetas, la kusajin también se disculpó por destrozarla. Vale que fuera una obra de artesanía pero su fin era la lucha, un buen marionetista no puede apegarse a sus armas. Si resultan dañadas y te vienes abajo eso sólo sería una ventaja para el rival.
Mientras las miko se habían colocado frente a un altar en una plataforma elevada, encendiendo incienso y sacando unos palos de cascabeles de entre sus ropajes, parecían disponerse a realizar algún tipo de danza ritual. Sus guardianes se colocaron a la entrada del altar, impidiendo que los espectadores pudieran interferir en el rito, pero dejando suficiente visibilidad pues sabían que aquello era un espectáculo que los turistas apreciaban ver.