22/06/2020, 17:45
—Ahm… Cre-creo que es muy lindo —intervino Ranko, señalando el bikini con timidez—. Creo… creo que se verá bien e-en Ayame-san.
Las mejillas de Ayame se encendieron.
—Qui-quiero decir que Ayame-san se vería muy guapa en él.
Un intenso calor se propagó desde su pecho, como una olla de vapor a presión.
—¡N-n-no, n-no es eso! Di-digo, n-no digo que no fuese guapa, claro q-que lo sería. ¡AH! ¡Q-qui-quiero decir…!
Y, como una olla a presión, un fino hilillo de humo comenzó a brotar desde los oídos de la kunoichi.
—I-i-iré al p-probador —culminó la Kusajin, tan ruborizada como la propia Ayame.
Que no volvió a respirar hasta que desapareció de su vista, tras chocar contra un par de islas de ropa y casi arrollar a otro cliente.
«¡Qué vergüenza!» Pensó Ayame, enterrando la cara entre la ropa que llevaba en los brazos. Sentía que le iba a estallar el pecho, pero al final terminó cogiendo el dichoso bikini junto a las otras prendas y, tras asegurarse de que Ranko ya estaba dentro de uno de los probadores, avanzó sigilosamente, todo lo sigilosamente que pudo, para terminar metiéndose en el peobador más alejado del de ella. «¿Pero qué me pasa? ¿Por qué me he puesto así? ¿Por qué me estoy escondiendo de ella? ¿Me habrá contagiado su timidez?»
Las mejillas de Ayame se encendieron.
—Qui-quiero decir que Ayame-san se vería muy guapa en él.
Un intenso calor se propagó desde su pecho, como una olla de vapor a presión.
—¡N-n-no, n-no es eso! Di-digo, n-no digo que no fuese guapa, claro q-que lo sería. ¡AH! ¡Q-qui-quiero decir…!
Y, como una olla a presión, un fino hilillo de humo comenzó a brotar desde los oídos de la kunoichi.
—I-i-iré al p-probador —culminó la Kusajin, tan ruborizada como la propia Ayame.
Que no volvió a respirar hasta que desapareció de su vista, tras chocar contra un par de islas de ropa y casi arrollar a otro cliente.
«¡Qué vergüenza!» Pensó Ayame, enterrando la cara entre la ropa que llevaba en los brazos. Sentía que le iba a estallar el pecho, pero al final terminó cogiendo el dichoso bikini junto a las otras prendas y, tras asegurarse de que Ranko ya estaba dentro de uno de los probadores, avanzó sigilosamente, todo lo sigilosamente que pudo, para terminar metiéndose en el peobador más alejado del de ella. «¿Pero qué me pasa? ¿Por qué me he puesto así? ¿Por qué me estoy escondiendo de ella? ¿Me habrá contagiado su timidez?»