25/06/2020, 18:37
Gritos. Llamas. Silencio. En ese estricto orden. Kaido lo dejó todo atrás, aterrizando en el tejado de la vivienda y siguiendo a Money a la calle de enfrente. Alguien corría hacia ellos, decidida a su encuentro. No había peligro: era Otohime.
—¡Vámonos cagando leches! —farfulló.
Ni siquiera esperaron por Akame. Sabían que el Uchiha tenía herramientas de sobra para librarse de un problema como aquel. Sus pasos, volando sobre el asfalto, les condujeron hasta una pequeña vivienda pegada por ambos lados a otras dos. Allí no había jardines, terrenos o cercos. Todas las casas se apilaban unas al lado de otras —cuando no encima—, cosa que no hacía sino denotar la pobreza de los habitantes del distrito bajo.
Toc, toc, toc.
Nadie respondió.
¡Toc, toc, toc!
De nuevo sin respuesta.
—¿Sukyū? —susurró a la puerta—. Nos envía Kyūtsuki
Clac. La puerta se abrió con un sonoro chirrido, dejando a la vista una mujer que pasaba la treintena, de ojos verdes y piel morena. Hizo un gesto mudo para que pasasen, y Otohime fue la primera en internarse, seguida de Money y finalmente Kaido.
¿O debería decir Kincho? Cuando la mujer le vio la cara, su mandíbula se desencajó por la sorpresa. Con una habilidad inaudita, tomó el brazo de Kaido para retorcérselo tras la espalda y sacó una daga de sus ropajes para apuntársela al cuello.
No con mucha delicadeza, cabía decir.
—¡Tú! ¡¿Qué coño haces aquí?! ¿¡Quién coño sois!? ¡¿EH?!
—¡Vámonos cagando leches! —farfulló.
Ni siquiera esperaron por Akame. Sabían que el Uchiha tenía herramientas de sobra para librarse de un problema como aquel. Sus pasos, volando sobre el asfalto, les condujeron hasta una pequeña vivienda pegada por ambos lados a otras dos. Allí no había jardines, terrenos o cercos. Todas las casas se apilaban unas al lado de otras —cuando no encima—, cosa que no hacía sino denotar la pobreza de los habitantes del distrito bajo.
Toc, toc, toc.
Nadie respondió.
¡Toc, toc, toc!
De nuevo sin respuesta.
—¿Sukyū? —susurró a la puerta—. Nos envía Kyūtsuki
Clac. La puerta se abrió con un sonoro chirrido, dejando a la vista una mujer que pasaba la treintena, de ojos verdes y piel morena. Hizo un gesto mudo para que pasasen, y Otohime fue la primera en internarse, seguida de Money y finalmente Kaido.
¿O debería decir Kincho? Cuando la mujer le vio la cara, su mandíbula se desencajó por la sorpresa. Con una habilidad inaudita, tomó el brazo de Kaido para retorcérselo tras la espalda y sacó una daga de sus ropajes para apuntársela al cuello.
No con mucha delicadeza, cabía decir.
—¡Tú! ¡¿Qué coño haces aquí?! ¿¡Quién coño sois!? ¡¿EH?!
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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