25/06/2020, 18:45
Otohime no tenía ni que decirlo. Kaido, aún hengeado en Kincho; corrió hábilmente por los tejados hasta alcanzar el asfalto. Él, junto a Money y Otohime, parecían dirigirse hacia el piso franco. Por tanto, el plan seguía igual: refugiarse hasta que fuera seguro cruzar al Distrito Alto. Mientras avanzaban, el escualo no pudo evitar no obstante mirar atrás en búsqueda de su compañero. ¿Lo lograría? ¿Podría Akame salir airoso de un último obstáculo? quizás...
Toc, toc, toc —nadie atendió a los primeros llamados, hasta que Otohime se anunció como los enviados de Kyūtsuki. Una vez dentro, Kaido suspiró, aliviado. Lo habían logrado. O eso parecía, al menos, hasta que se vio reducido en una llave, y con el filo de un cuchillo amenazando su cuello.
—Eh, eh, tranquila... ya te lo dijo ella, estamos con Kyūtsuki —Kaido tragó saliva y el movimiento de su garganta hizo que la piel ahondara en el filo de la navaja—. yo soy Kaido, Umikiba Kaido.
¡Puff! allí estaba, el Tiburón. Azul, como siempre: al borde de la jodida muerte.
Toc, toc, toc —nadie atendió a los primeros llamados, hasta que Otohime se anunció como los enviados de Kyūtsuki. Una vez dentro, Kaido suspiró, aliviado. Lo habían logrado. O eso parecía, al menos, hasta que se vio reducido en una llave, y con el filo de un cuchillo amenazando su cuello.
—Eh, eh, tranquila... ya te lo dijo ella, estamos con Kyūtsuki —Kaido tragó saliva y el movimiento de su garganta hizo que la piel ahondara en el filo de la navaja—. yo soy Kaido, Umikiba Kaido.
¡Puff! allí estaba, el Tiburón. Azul, como siempre: al borde de la jodida muerte.