19/07/2020, 19:30
— Tu madre y yo vamos a salir, pero pensamos en dejaros la cena como un pequeño detalle ¡No trasnochéis, o se os pegaran las sabanas para mañana, todavía falta media semana!
— ¿O-os vais? — preguntó Hana que acababa de entrar por la puerta de la cocina, temblando como una gelatina.
— Sí, nos invitan. Y no quería que nos tomaseis por malos padres, aunque ya sois dos mujercitas, así que os hemos hecho la cena. Haciendo puntos para las tazas de mejores padres del mundo. — le soltó sonriente antes de percatarse de la actitud de las chicas. — ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?
Esa insinuación hizo que Hana volviese a sonrojarse a pesar de todos los lavados de cara que se había hecho.
— No, no, nada. Solo era por confirmar.
Antes de que pudiese decir o hacer nada, la madrastra llevó las hamburguesas a la mesa baja enfrente de la tele e incluso la encendió.
— Uy, mira, Ren-Ren, los dibujitos esos de samurais que tanto te gustan. Venga, a cenar y de vuelta a la cama a dormir, eh.
Hana no pudo evitar soltar una risilla entredientes al oír sobre los dibujitos de samurais que tanto le gustan a Ren-Ren y entonces se fue directa a la nevera a coger alguna que otra salsa para su hamburguesa y algo de beber. Después iría al sofá a ver esos famosos dibujitos.
— Pues pasaroslo bien, pero teneis que empezar a bajar el ritmo, no sois precisamente jóvenes para salir todas las noches.
Tenía la mirada clavada en la pantalla, pero no podía evitar vigilar a Ren de reojo. Aún tenía el pulso acelerado solo de tenerla en la misma habitación.
— ¿O-os vais? — preguntó Hana que acababa de entrar por la puerta de la cocina, temblando como una gelatina.
— Sí, nos invitan. Y no quería que nos tomaseis por malos padres, aunque ya sois dos mujercitas, así que os hemos hecho la cena. Haciendo puntos para las tazas de mejores padres del mundo. — le soltó sonriente antes de percatarse de la actitud de las chicas. — ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?
Esa insinuación hizo que Hana volviese a sonrojarse a pesar de todos los lavados de cara que se había hecho.
— No, no, nada. Solo era por confirmar.
Antes de que pudiese decir o hacer nada, la madrastra llevó las hamburguesas a la mesa baja enfrente de la tele e incluso la encendió.
— Uy, mira, Ren-Ren, los dibujitos esos de samurais que tanto te gustan. Venga, a cenar y de vuelta a la cama a dormir, eh.
Hana no pudo evitar soltar una risilla entredientes al oír sobre los dibujitos de samurais que tanto le gustan a Ren-Ren y entonces se fue directa a la nevera a coger alguna que otra salsa para su hamburguesa y algo de beber. Después iría al sofá a ver esos famosos dibujitos.
— Pues pasaroslo bien, pero teneis que empezar a bajar el ritmo, no sois precisamente jóvenes para salir todas las noches.
Tenía la mirada clavada en la pantalla, pero no podía evitar vigilar a Ren de reojo. Aún tenía el pulso acelerado solo de tenerla en la misma habitación.