20/07/2020, 20:57
Lo primero que había hecho esa mañana había sido soltarle un buen sermón a Ai, que se echó a llorar a mitad del mismo. Sin embargo, por muy inocente y credula que le pudiese parecer Hana a Ren y Ai, no era tan tonta como ambas pensaban. Siguió con su sermón hasta que Ai se dio cuenta de que las lágrimas falsa no iban a ser suficiente y echó las de verdad. Entonces se percató de cuan honda era la brecha que acababa de abrir entre ellas.
La presidenta le dejó claro que si volvía a verla cerca de Ren o si esta le decía que habían tenido contacto de cualquier tipo, ella misma la echaría del consejo y expondría lo sucedido la mañana anterior. Mientras eso no pasase, no habría consecuencias. Ai aceptó encantada. Al fin y al cabo, parecía que las hermanas no estaban en buenos términos tampoco, así que su plan no había salido TAN mal.
Así Ren sería ignorada tanto por Hana como por Ai, pero Ai era más sutil. Hana no comió en su despacho, lo hizo en la azotea, que sería su nuevo escondite ya que era la única, aparte del conserje, que tenía la llave. Pero después de clase, no le quedaba otra que ir a supervisar las pruebas de kendo. Después de dos días escaqueandose no tenía el valor para pedirle a nadie que la cubriese, otra vez.
Ahí estaba, en el dojo, a diez minutos de que empezasen las pruebas y la muy cabezahueca no aparecía. ¿Cuanto se puede tardar en ir del edificio principal al dojo? Se planteó ir a buscarla, unas diez veces, y a la undecima ya se estaba dirigiendo a la puerta. Justo cuando Ren entraba. Cambió de rumbo de inmediato, dando media vuelta y haciendo como que revisaba la pizarra donde estaban escritos lo nombres de todos los participantes y los enfrentamientos que iba a haber.
Por suerte, Tsuki no tenía problema en acercarse a Ren.
— ¡Eh! Novata, espabila que llegas tarde. Tienes cinco minutos para cambiarte y ponerte en el ring, empiezas tú. — le ordenó sonriente la capitana del club.
La presidenta le dejó claro que si volvía a verla cerca de Ren o si esta le decía que habían tenido contacto de cualquier tipo, ella misma la echaría del consejo y expondría lo sucedido la mañana anterior. Mientras eso no pasase, no habría consecuencias. Ai aceptó encantada. Al fin y al cabo, parecía que las hermanas no estaban en buenos términos tampoco, así que su plan no había salido TAN mal.
Así Ren sería ignorada tanto por Hana como por Ai, pero Ai era más sutil. Hana no comió en su despacho, lo hizo en la azotea, que sería su nuevo escondite ya que era la única, aparte del conserje, que tenía la llave. Pero después de clase, no le quedaba otra que ir a supervisar las pruebas de kendo. Después de dos días escaqueandose no tenía el valor para pedirle a nadie que la cubriese, otra vez.
Ahí estaba, en el dojo, a diez minutos de que empezasen las pruebas y la muy cabezahueca no aparecía. ¿Cuanto se puede tardar en ir del edificio principal al dojo? Se planteó ir a buscarla, unas diez veces, y a la undecima ya se estaba dirigiendo a la puerta. Justo cuando Ren entraba. Cambió de rumbo de inmediato, dando media vuelta y haciendo como que revisaba la pizarra donde estaban escritos lo nombres de todos los participantes y los enfrentamientos que iba a haber.
Por suerte, Tsuki no tenía problema en acercarse a Ren.
— ¡Eh! Novata, espabila que llegas tarde. Tienes cinco minutos para cambiarte y ponerte en el ring, empiezas tú. — le ordenó sonriente la capitana del club.