21/07/2020, 19:07
Hana se quedó sobre la mesa, rebozándose en su desesperación. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué podía hacer? Nada, estaba acabada. Si suspendía una asignatura perdería su puesto en el consejo, se iría directa a ese bonito espacio de la gente que no tiene clubs o se queda sin él a mitad de curso, cuando todos están llenos. Solo acabar las clases se iría a su casa, donde no habría nadie, y comería galletas mientras mira a la caja tonta como un zombi.
En su expediente quedará para siempre la mancha de que tuvo que salirse del consejo a mitad de curso. Una mancha imborrable. Y después del primer suspenso, venía el segundo. Y acabaría como una nini. Y no entraría en ninguna universidad y acabaría arrastrandose por siempre en casa de su padre hasta que la devoren los gatos que recoge de la calle porque están tan solos y desesperados como ella mientras compraba cosas innecesarias de la teletienda.
Se estiró todavía más encima de la mesa, sin saber qué inventarse ya para retener las lágrimas. ¡Moriría sola por suspender física!
En su expediente quedará para siempre la mancha de que tuvo que salirse del consejo a mitad de curso. Una mancha imborrable. Y después del primer suspenso, venía el segundo. Y acabaría como una nini. Y no entraría en ninguna universidad y acabaría arrastrandose por siempre en casa de su padre hasta que la devoren los gatos que recoge de la calle porque están tan solos y desesperados como ella mientras compraba cosas innecesarias de la teletienda.
Se estiró todavía más encima de la mesa, sin saber qué inventarse ya para retener las lágrimas. ¡Moriría sola por suspender física!