22/07/2020, 19:16
A Ranko le alegraban las bonitas palabras de Ayame, aunque, como siempre, le costó digerirlas. ¿Por qué era tan difícil aceptar de que no era una molestia? No era como si la gente soliese tratarla mal. ¿Qué había en la cabeza de la Kusajin que le impedía tomar lindas actitudes de buenas a primeras? Ranko agradeció la preocupación de la Amejin con una reverencia.
”Un rincón… Un rincón donde no puedan descubrirnos…” ¿Tenían que usar ambas palabras con tintes tan román-? ”No. No son románticas. ¡Son palabras comunes y corrientes, no pienses en otra cosa, Ranko!”
La de las trenzas había leído muchas historias y mangas sobre héroes y guerreros épicos, y siempre había deseado convertirse en uno. Pero si había algo que le disgustaba, o mejor dicho, que no entendía, eran las subtramas románticas. ¿Era necesario que el héroe se enamorara? ¿No bastaban sus hazañas? En algún momento la Kusajin se había preguntado si llegaría a tal encrucijada en su camino para ser una heroína.
Le hacía falta mucho por comprender en ese ámbito.
—¡Claro! P-podríamos encontrarnos en… digamos… N-Notsuba. El País d-de la Tierra debería estar bien, ¿no? —Ni siquiera le había confirmado, pero Ranko ya se emocionaba por el posible futuro combate —. Ha-hay m-mucha gente, a-así que no creo q-que se fijen en dos más…
Otrora le asustaba tal multitud (”No, en realidad sigue asustándome…”) pero sentía que podía envalentonarse para encontrarse a una amiga así. ¿Sobre el peligro de aquellos lares? No, eso no le asustaba tanto.
—Y-y-y ¿qué tal si vamos a por algo de beber? Ayame-san t-tenía calor, ¿no?
Suspiró. Definitivamente algo en el estómago le ayudaría a poner sus pensamientos en orden.
”Un rincón… Un rincón donde no puedan descubrirnos…” ¿Tenían que usar ambas palabras con tintes tan román-? ”No. No son románticas. ¡Son palabras comunes y corrientes, no pienses en otra cosa, Ranko!”
La de las trenzas había leído muchas historias y mangas sobre héroes y guerreros épicos, y siempre había deseado convertirse en uno. Pero si había algo que le disgustaba, o mejor dicho, que no entendía, eran las subtramas románticas. ¿Era necesario que el héroe se enamorara? ¿No bastaban sus hazañas? En algún momento la Kusajin se había preguntado si llegaría a tal encrucijada en su camino para ser una heroína.
Le hacía falta mucho por comprender en ese ámbito.
—¡Claro! P-podríamos encontrarnos en… digamos… N-Notsuba. El País d-de la Tierra debería estar bien, ¿no? —Ni siquiera le había confirmado, pero Ranko ya se emocionaba por el posible futuro combate —. Ha-hay m-mucha gente, a-así que no creo q-que se fijen en dos más…
Otrora le asustaba tal multitud (”No, en realidad sigue asustándome…”) pero sentía que podía envalentonarse para encontrarse a una amiga así. ¿Sobre el peligro de aquellos lares? No, eso no le asustaba tanto.
—Y-y-y ¿qué tal si vamos a por algo de beber? Ayame-san t-tenía calor, ¿no?
Suspiró. Definitivamente algo en el estómago le ayudaría a poner sus pensamientos en orden.
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