22/07/2020, 22:08
La imagen de Ren entre ella y el suelo, sonrojada y esperando sus labios sería una que tardaría en borrarse de su mente. Seguramente la viese cada vez que cerrase los ojos para irse a dormir. Era, sin lugar a dudas, lo más hermoso que había presenciado en su corta vida. Además tenía el toque especial de que Ren siempre quería aparentar ser dura y ella la había visto deshacerse ante sus acciones.
El plan de Hana era un beso bonito y dulce pero corto, pues tenía algo que confesar. Sin embargo, Ren no la dejó irse, eso sumado a que ella realmente tampoco quería que ese momento acabase, se dejó hacer por su hermana mayor.
Y un beso llevó a otro y a otro, cada vez que una paraba, la otra lo retomaba segundos después tras haber cogido algo de aire. En algún momento que la rubia no podría concretar ni aunque volviese a vivir esos mágicos minutos, Ren se había colocado encima de ella.
Se separaron de nuevo, ella contra el suelo y Ren con una mano sujetando la nuca de Hana y la otra apoyada en el otro lado de su cabeza. No podía dejar de impresionarse por lo azules que eran los ojos de Ren, de un azul puro y salvaje, como el mar revuelto. Entonces recobró un poco de cordura y puso una mano en el pecho de Ren para detenerla.
— Ren, espera, hay algo que deberías saber. — se quedó en aquella posición recobrando algo más de aliento antes de seguir.
El plan de Hana era un beso bonito y dulce pero corto, pues tenía algo que confesar. Sin embargo, Ren no la dejó irse, eso sumado a que ella realmente tampoco quería que ese momento acabase, se dejó hacer por su hermana mayor.
Y un beso llevó a otro y a otro, cada vez que una paraba, la otra lo retomaba segundos después tras haber cogido algo de aire. En algún momento que la rubia no podría concretar ni aunque volviese a vivir esos mágicos minutos, Ren se había colocado encima de ella.
Se separaron de nuevo, ella contra el suelo y Ren con una mano sujetando la nuca de Hana y la otra apoyada en el otro lado de su cabeza. No podía dejar de impresionarse por lo azules que eran los ojos de Ren, de un azul puro y salvaje, como el mar revuelto. Entonces recobró un poco de cordura y puso una mano en el pecho de Ren para detenerla.
— Ren, espera, hay algo que deberías saber. — se quedó en aquella posición recobrando algo más de aliento antes de seguir.